“Con las mejores intenciones,
se 
generan muchas veces,
los peores resultados”

Oscar Wilde

“Desde un punto de vista estratégico, muchas de las dificultades que presenta un niño o un adolescente pueden ser superadas enseñando a los padres a poner en práctica formas adecuadas de intervención que ayuden a los hijos a superar su malestar (Nardone, 2015). Esto es lo que se conoce como terapia indirecta y consiste en convertir a los padres en coterapeutas porque las intervenciones en los padres para ayudar a los hijos son parte esencial del trabajo terapéutico”

  • En las relaciones padres-hijos no hay un perdedor y un ganador. Es una relación en la que si el hijo gana, ganan los padres y si el hijo pierde, pierden los padres. Lo mismo ocurre a la inversa.
  • Los padres, como todos los seres humanos, quieren encontrar “fórmulas mágicas” que puedan replicar en el manejo y la educación de sus hijos. La creencia que subyace a esta idea es que así, se solucionarían todos sus problemas. La paradoja es que así es como se forman los problemas a la hora de criar a un hijo. “No se debe hacer lo mismo ante un/una hijo/a perturbado/a en una familia permisiva que en una familia del tipo delegante o intermitente” (Nardone, 2015),
  • En la adolescencia, los padres van sobre un campo minado en el que deben moverse con muchísimo cuidado y cautela y donde en ocasiones la mejor opción es quedarse quietos.
  • Los adolescentes tienen la necesidad de explorar y a través de sus experiencias, logran conocer a los demás, a si mismos y al mundo. Por esta razón, el rol de los padres debe pasar de ser un rol activo (en la niñez), a ser un rol indirecto que observa sin intervenir a menos que el hijo lo pida de manera explícita o que esté expuesto a circunstancias realmente peligrosas.
  • En la niñez, la terapia es indirecta, es decir, son los padres los que necesitan recibir la ayuda: primero, para evitar que los niños sean patologizados. Y segundo, porque los problemas de los niños son sus padres.
  • En la adolescencia, los padres deben dar un paso hacia atrás para que los hijos den dos hacia delante (Balbi, Chiodini, Fantappiè, Floris, Nardone & Valteroni, 2012).
  • El objetivo del terapeuta estratégico en la intervención con padres es lograr convertirlos, capacitarlos como agentes eficaces de ayuda teniendo en cuenta que la ayuda debe ser la que necesitan los hijos y no necesariamente la que los padres quieren dar. Por ejemplo, evitarles las frustración y el dolor a los hijos buscando disminuir su sufrimiento, contrario a lo que se podría pensar, puede terminar generándoles a los hijos una incapacidad profunda para enfrentar la vida, para desarrollar estrategias y herramientas que les permitan afrontar la frustración, el dolor y la desilusión inevitables en la vida de un ser humano.
  • “La confianza en las propias capacidades y recursos se conquista a través de la experiencia concreta de la superación de obstáculos y dificultades” (Nardone, 2015).