HARTARSE, COMER Y VOMITAR

Conferencia y presentación del libro: «Hartarse, vomitar, torturarse» de Giorgio Nardone

 

COP Catalunya

El síndrome del vomiting y el del self-harming (autolesionarse), tienen muchos puntos en común, tal y como pudimos descubrir en la Conferencia y presentación del libro «Hartarse, vomitar, torturarse» de Giorgio Nardone el pasado 15 de marzo, en el COP Catalunya.

Nardone es psicólogo, psicoterapeuta, fundador y director del Centro de Terapia Estratégica de Arezzo y director de las Escuelas de Problem Solving Estratégico, internacionalmente conocidas.

Josep Vilajoana, decano del COP Catalunya, dio la bienvenida a Nardone, explicando su relación profesional con el conferenciante, con el cual, el COP Catalunya ha establecido diversos acuerdos institucionales. El enfoque estratégico, ha facilitado que la Sección de Psicología Clínica sea una sección abierta a diferentes orientaciones psicológicas.

Júlia Pascual, secretaria de la Sección de Psicología Clínica y de la Salud del COP Catalunya, hizo la presentación de Giorgio Nardone, introduciendo al Grupo de Trabajo de Terapia Breve Estratégica, que tiene como objetivo principal reunir a la comunidad de psicólogos estratégicos, para difundir la investigación de este modelo y promover nuevas actividades. De Nardone dijo que no es solamente conocido por su gran creatividad, sino también por su rigor científico. «Es un gran filósofo y un gran humanista que ha escrito más de 30 libros»

De izqda. a dcha.: J. Pascual, G. Nardone y J. Vilajoana.
Nardone, por su parte, definió la compulsión del vomiting y la autolesión, y explicó diversas técnicas y estrategias para resolver los problemas y las competencias comunicativas y relacionales que tiene que aplicar el psicoterapeuta, y que podemos encontrar ampliadas y con ejemplos en su libro.

La patología se basa en una compulsión basada en el placer. Hay dos grandes categorías: la compulsión basada en el miedo y la obsesión, y la compulsión basada en el placer. Como ya dijo Epicuro, el placer más sublime viene del vientre. La mayoría de los casos están basados en el placer que proporciona autolesionarse, no se torturan para hacerse daño, sino para llegar a un tipo de sensación que les hace sentirse vivos. Nuestro sistema nervioso está constituido de tal manera que los canales por los que pasan las sensaciones de miedo y placer son los mismos.

El premio Nobel Laborit, demostró hace muchos años que, si repito una acción con mi cuerpo más de ciertas veces, se transforma inevitablemente en placer. Esto explica cómo el hartarse y el vómito, que pueden parecer un método para adelgazar o no engordar, se transforma en un ritual de placer. Se empieza a vomitar como base de una enfermedad como la anorexia y la bulimia pero después de un tiempo, este tipo de experiencia se transforma en un ritual de placer. Esto también funciona en los actos de autolesión, donde los cortes provocan placer.

La investigación de este tipo de comportamientos se remonta a 1993, cuando se gestionan dos grandes proyectos de investigación e intervención en el instituto de Nardone en Arezzo, focalizados en los trastornos fóbico-obsesivos, utilizando metodologías rigurosas e intervenciones estratégicas para ver cómo respondían los pacientes a los problemas.

Se construyeron una serie de protocolos que se pueden aplicar a personas diferentes para tratar el mismo tipo de trastorno alimentario. El estudio demostró que, en el 70% de pacientes, la enfermedad no eran ni anorexia ni bulimia. Las posteriores investigaciones realizadas por la APA y por la Asociación Mundial de los Trastornos de Alimentación, lo confirmaron. Muchos libros sobre psiquiatría hablan de las autolesiones como síntomas de trastornos esquizofrénicos o borderline, y no necesariamente es así, pues observamos diferencias entre la literatura clínica y la observación clínica.

Así se inició el contacto con Mathew Selekman, profesional de la salud mental que ha publicado dos libros sobre actos autolesivos, quien corrobora que más del 80% de personas que se autolesionan, sufren desórdenes alimenticios. El tema de los desórdenes alimenticios es el menos explorado, porque son los que menos responden a los fármacos y, la mayoría de investigaciones que se llevan a cabo en Estados Unidos están financiadas por empresas farmacéuticas.

Este tipo de problemas contempla dos modelos de pacientes muy extremos, personas provocadoras que intentan seducir, reptar y se declaran transgresoras, y personas etéreas que muestran comportamientos de culpabilidad. Con las primeras, Nardone presenta un tratamiento que consiste en dejar que los pacientes coman lo que quieran y lo vomiten si quieren, pero en lugar de hacerlo inmediatamente, han de esperar una hora, aumentando el tiempo de espera a medida que avanzan las semanas. Al final, el paciente no encuentra placer en este acto, sino incomodidad. En cambio, con los segundos se planifica el acto de comer, vomitar y cortarse de manera perfecta, pero una sola vez al día, en lugar de hacerlo en numerosas ocasiones. Al final, el placer se va diluyendo hasta que no necesitan recurrir al vómito ni a la autolesión.

Nardone también comentó que en el DSM-V, que saldrá pronto, se encontrará una categoría sobre los síndromes psicóticos subclínicos, lo cual es grave porque se podrá administrar psicofármacos para trastornos leves que realmente no los necesitan.

PERVERSIÓN DE LA INTELIGENCIA

Giorgio Nardone: «Es una perversión de la inteligencia creer que la razón lo solventa todo»

Este psicólogo, reconocido internacionalmente, defiende que todos podemos ser víctimas de la duda patológica

Creador de la Terapia Breve Estratégica, y considerado como uno de los mayores exponentes de la llamada Escuela de Palo Alto, este profesional de la psicología lleva más de veinte años solucionando los problemas psicológicos de sus pacientes en su centro de Arezzo (Italia), fundado juntamente con quien fuera su maestro, Paul Watzlawick. Reconocido internacionalmente como uno de los terapeutas más creativos y rigurosos, es autor de casi una treintena de libros. El último, acaba de ver la luz: Pienso, luego sufro.

Su último libro versa, en esencia, sobre la duda patológica. ¿De qué hablamos cuando hacemos referencia a este concepto?
Es cuando un sujeto entra dentro de un laberinto mental, donde la persona continuamente intenta obtener respuestas correctas a través de preguntas mal formuladas. Este laberinto se transforma en una trampa mortal que, en su máxima expresión, puede llevar a un trastorno obsesivo paranoico y psicótico. Kant decía que antes de pensar en la respuesta, hay que analizar si la pregunta que nos hacemos es correcta.

Nos obsesionamos en obtener la respuesta que nos tranquilice, cuando partimos de una pregunta errónea…
Esa es la trampa. La necesidad de encontrar la seguridad es, a la vez, una imposición para encontrar una respuesta tranquilizadora. Cuanto más busques las respuestas, más surgirán las preguntas.

¿Se trata de una anomalía que la modernidad ha acentuado?
Sin duda, porque la modernidad ha incrementado la idea de que el ser humano puede tener el control de todo. La ilusión de que a través del razonamiento racional yo puedo manejarlo todo crea una confrontación frente a la realidad. Y cuando esto sucede, la persona que la padece se desmorona.

Aunque parezca contradictorio, usted defiende que con la llegada del razonamiento apareció también la duda…
Así es. La duda y el razonamiento racional son complementarios. Si yo busco una respuesta racional a una pregunta que no tiene solución, que es indecidible, entraré en una trampa de la que no podré escapar.

¿Todavía somos víctimas de los postulados de Platón y Aristóteles, quienes apostaban por un control racional de la realidad?
Efectivamente. Aristóteles decía: verdadero o falso, y excluía una tercera posibilidad. Pero en la realidad hay cosas que no son ni verdaderas ni falsas, sino que son las dos cosas al mismo tiempo. Es la paradoja de la ambivalencia lógica. Por ejemplo, tú estás con tu mujer y la quieres mucho. Pero ella, antes que contigo, compartió la vida con otro hombre. Tú le preguntas si le quería, y ella te responde “sí, pero a ti te amo más”. Ahí está la ambivalencia. Lo que dice ella es verdadero y falso al mismo tiempo. En la mayoría de las relaciones afectivas, la ambivalencia es mucho más frecuente que la racionalidad. Y es por esa razón. Cuando quiero resolver un problema basado en la ambivalencia a través de un razonamiento racional, creo una duda patológica.

Conclusión: “De lo que no se puede hablar, es mejor guardar silencio”, como dijo Wittgenstein, al que usted cita.
Naturalmente [risas].

¿Todos podemos ser víctimas de la duda patológica?
Absolutamente, porque es una perversión de la inteligencia. La ilusión de creer que la razón lo solventa todo es una perversión de la inteligencia. A más inteligente la persona, más riesgo tiene de caer en la trampa.

Entonces, ¡viva la ignorancia!
¡No! Los ignorantes tienen la misma cantidad de dudas patológicas que las personas inteligentes. Lo que pasa es que se hacen preguntas más simples, pero caen en el mismo problema. Te pondré un ejemplo. Un hombre le dice a su mujer: “Me voy con los amigos de borrachera”. Y la mujer le contesta, “diviértete cariño” [risas]. El hombre pensará, “¿cómo es posible que mi mujer me de esa contestación?”. Es una paradoja, ¿no? Por tanto, no es un canto a la ignorancia lo que digo. Precisamente, para salir de la duda patológica se necesita un salto lógico que requerirá inteligencia. Porque para convivir con la lógica de la ambivalencia se necesita no sólo inteligencia, sino también una flexibilidad mental y una capacidad de mirar las cosas desde diferentes perspectivas.

¿Qué problemas acarrea ser víctima de la duda patológica?
La persona que la padece necesita estar tan segura antes de tomar una decisión que acaba por ser incapaz de decidir algo rápido. Este sería el primer efecto. Dicha realidad puede conducir al segundo efecto: la incapacidad de tomar decisiones. Y si el problema persiste, la situación se puede complicar patológicamente hasta llegar a la total invalidación de la persona.

La duda patológica adopta multitud de formas. Usted hablaba de la perversión de la razón, de la inteligencia, pero estaría también la figura del inquisidor interior…
Así es. El inquisidor interior es el que te dice que “tú siempre eres el culpable de todo”. También existe el saboteador interior. Es el que te va diciendo que no estarás a la altura de la circunstancias, “que no tienes suficiente capacidad”. Y el perseguidor interior es el que defiende que “tarde o temprano las cosas irán mal”. Todas ellas son formas de duda patológica. Este descubrimiento deriva del estudio de las estrategias que nosotros llevamos a cabo desde hace muchos años. Descubrimos cómo el problema trabaja a través de la estrategia que lo soluciona. La solución que resuelve el problema indica cómo éste se estructura. Esto conlleva que utilicemos diferentes estrategias para resolver las diferentes formas de duda patológica.

¿Y todos tenemos ese inquisidor, ese saboteador interior?
Efectivamente. Ya sea el inquisidor, o el saboteador, o la perversión de la razón. No tenemos la capacidad de hacerles frente si no tenemos en cuenta el equilibrio que debe haber entre las preguntas y las respuestas. Cuando aparece una duda que no tiene solución, ninguna respuesta la bloqueará.

Para invalidar la duda patológica, usted sugiere bloquear la respuesta que nos damos. ¿Por qué no la pregunta? 
Cuantas más preguntas intentes bloquear, más preguntas crearás. Si yo me opongo a la pregunta, surgen más. Si yo, por el contrario, acepto la pregunta e intento bloquear la respuesta, atenuaré, inhibiré, la pregunta. La respuesta depende de ti, la pregunta no, simplemente surge, aparece.

Y cómo hacer frente a una duda que se ha convertido ya en obsesión y que nos corroe por dentro…
Primero, intentamos explicar a la persona la trampa en la que ha caído. Una vez hecho esto, explicamos las dos posibilidades que hay. La primera, bloquear la respuesta para inhibir la pregunta. Si la persona no es capaz de llevarlo a cabo, pasamos a la segunda opción. Se trata de escribir el desesperante diálogo interior que acosa a la persona: duda, respuesta, duda, respuesta… A medida que van escribiendo, son más capaces de bloquear las respuestas para inhibir las preguntas. Es una estrategia que funciona.

Si practicamos esta gimnasia mental que usted propone, ¿acaba uno por automatizarla?
La psicología aspira a encontrar el estado de tranquilidad total, pero no existe. Tú puedes ser el mejor en el control de tus emociones, con esta gimnasia mental de bloquear las respuestas para bloquear las dudas que surgen, pero cuanto más inteligente seas, más problemas te surgirán para que los intentes resolver. Einstein escribió: “Mayor es mi capacidad de descubrir, más misterios me van surgiendo”. No hay tregua. En las artes marciales chinas, hay una imagen bonita que lo explica. Se enfrentan los dos mejores maestros. Uno tiene una técnica de ataque, el otro la anula con una buena defensa. El primero utiliza otra, el segundo vuelve a neutralizarla. Una nueva llave recibe la misma respuesta… y así hasta el infinito. Estamos predestinados a bregar con nosotros mismos hasta el final de nuestros días.

PSICOTRAMPAS – PSICOSOLUCIONES

Tomado de: http://www.psiara.cat/view_article_6E4DF.asp?id=4496&cat=49

El pasado  26 de mayo en la sala de actos del COPC Júlia Pascual Guiteras (Secretaria de la Junta de la Sección de Psicología Clínica y de la Salud y coordinadora del  Grupo de Trabajo de Terapia Breve Estratégica) y Noemí Calvó Iborra (secretaria del GTBE) y realizaron la conferencia: “Psicotrampas versus Psicosoluciones” con el objetivo de transmitir y compartir los nuevos conceptos del último libro de Giorgio Nardone titulado “Psicotrampas”  de la editorial Paidós.

Las dos conferenciantes nos mostraron como todos los humanos tenemos una capacidad extraordinaria de buscarnos y construir problemas pero al mismo tiempo también para resolverlos.

Júlia Pascual definió el concepto de psicotrampa como un mecanismo psicológico  que todos nosotros utilizamos alguna vez y que de por sí no es patológico. La experiencia nos lleva a repetir  la solución que nos ha funcionado, y si siempre utilizamos la misma solución para resolver el/los problemas durante tiempo esa solución se acaba convirtiendo en patológica, ya que vemos que no sólo no soluciona el problema sinó que se transforma en el problema, en una Psicotrampa. Es decir, una psicotrampa es una solución intentada disfuncional que se aplica de manera excesiva y reiterada en el tiempo sin resolver la situación e incluso empeorándola.  La combinación de varias psicotrampas mantenidas en el tiempo da lugar a los diferentes trastornos psicológicos. Desde la terapia breve estratégica se desbloquea el problema poniendo en marcha una solución distinta.

Por otro lado, expuso cómo funcionan las siete psicotrampas del pensamiento y las ocho psicotrampas de la acción y enfatizó que aunque estas modalidades sean muy invalidantes y permanezcan en el tiempo no por ello la intervención debe ser costosa y larga. Como dice Nardone “si existe una psicotrampa existe una psicosolución”.

Noemí Calvó se centró en explicar las psicotrampas de la acción dada su importancia y utilidad terapéutica:

  • La psicotrampa de la acción el “insistir” : insistir demasiado sobre alguna cosa provoca que aquello que incluso funciona llegue a ser contraproducente.  Se trata de una solución disfuncional reiterada que no sólo no funciona sino que incluso llega a ser contraproducente. Imaginemos el ejemplo de una pareja que reclamando más atención al otro miembro de la pareja insistiera en su demanda consiguiendo no solo que no le preste más atención sino que aún le preste menos. Lo que provoca es el efecto contrario ya que acaba convirtiéndose en lo que conocemos socialmente como “un pesado” y es que la trampa aparece cuando insistimos en repetir la misma solución que ha funcionado en otras ocasiones generando aún más frustración.
  • La psicotrampa de renunciar y rendirse: como resultado de la intolerancia al esfuerzo o desconfianza en los propios recursos. Es el caso más frecuente que encontramos entre los jóvenes adolescentes de hoy en día que protegidos por la sociedad y las familias renuncian para protegerse de la frustración. De nuevo la naturaleza no nos ayuda ya que, en la vida los grandes objetivos requieren grandes sacrificios. Y, además, la sensación que dejará un fracaso nunca dejará una huella tan profunda como la que dejará la renuncia y que con el tiempo generará una incapacidad frente a cualquier situación crítica.
  • •    La psicotrampa de la manía del control: si intentamos controlar todo en exceso puede llegar a producir un efecto paradójico y se acabar por perder el control. Esta psicotrampa la vemos en la mayoría de los desórdenes fóbico-obsesivos.  Un autoengaño que al principio nos hace sentir seguros porque tenemos la ilusión de poder mantener todo bajo control pero, más adelante lo que nos tranquiliza nos lleva al punto de perder el control. Si observamos como decía Nietzsche: “todo lo absoluto pertenece a la patología”.
  • La psicotrampa de la evitación: que provoca muchas de las prisiones mentales y de comportamiento hasta llevar a la conducta fóbica. Cuando se utiliza de una manera preventiva la persona pierde la oportunidad de afrontar la realidad y de descubrir recursos que se desconocen. Todos tenemos la necesidad de evitar cuando algo nos asusta o nos duele pero, si bien es cierto aquello que nos tranquiliza por un lado por otro nos hace débiles.
  • La psicotrampa de aplazar:  la persona decide voluntariamente postponer el comportamiento porque o le genera mucho esfuerzo o tiene mucho miedo con lo cual aumenta la dificultad para llevar a cabo el comportamiento. Un ejemplo es la ya conocida para muchos “la dieta de los lunes” que debido al esfuerzo que supone empezar una dieta siempre se postpone al lunes siguiente.
  • La psicotrampa de “la ayuda que daña”. Este mecanismo puede observarse en relaciones enfermizas donde hay un protector que se siente útil y un protegido que se siente salvado. Cuando una persona tiene que exponerse a una situación complicada pedir ayuda nos hace humildes y lo importante es saber dar la ayuda justa.  Este es el caso de los padres de la sociedad actual que dicen: “creo que el problema de mi hijo es su falta de autoestima”. Y es que cuando se limita a la persona la posibilidad de desarrollar su autonomía e independencia se la convierte en incapaz o en dependiente.
  • La psicotrampa de defenderse preventivamente. La desconfianza a sufrir engaños o desilusiones de los demás nos lleva a Lo que en un principio podría ayudarnos a evitar sufrir se convierte en la causa de muchas de las patologías relacionales y manías persecutorias.
  • La psicotrampa de socializarlo todo. Observamos que en el ámbito de la patología fóbico-obsesivas cuanto más hablo de mi problema más lo alimento.

Tanto Júlia Pascual como Noemí Calvo a través de sus exposiciones y con la ayuda de diferentes ejemplos de casos reales nos mostraron como cada psicotrampa tiene su psicosolución.  La conferencia finalizó dándoles la palabra a los participantes hecho que enriqueció la actividad reflexionando conjuntamente sobre los conceptos aportados.

Sonia Sendra
Col. 15385
Vocal del GTBE

Tomado de http://www.huffingtonpost.com/emma-jenner/modern-day-parenting-in-c_b_5552527.html


Author of Keep Calm and Parent On

 

5 Reasons Modern-Day Parenting Is in Crisis, According to a British Nanny

 

I generally am quite an optimistic person. I tend to believe that everything will work out for the best unless the evidence is overwhelmingly to the contrary, and anyone who knows me will tell you that I am not prone to drama. That’s why when I say that modern parenting is in serious trouble — crisis, even — I hope you’ll listen, and listen carefully. I’ve worked with children and their parents across two continents and two decades, and what I’ve seen in recent years alarms me. Here are the greatest problems, as I see them:

1. A fear of our children.
I have what I think of as «the sippy cup test,» wherein I will observe a parent getting her toddler a cup of milk in the morning. If the child says, «I want the pink sippy cup, not the blue!» yet the mum has already poured the milk into the blue sippy cup, I watch carefully to see how the parent reacts. More often than not, the mum’s face whitens and she rushes to get the preferred sippy cup before the child has a tantrum. Fail! What are you afraid of, mum? Who is in charge here? Let her have a tantrum, and remove yourself so you don’t have to hear it. But for goodness’ sake, don’t make extra work for yourself just to please her — and even more importantly, think about the lesson it teaches if you give her what she wants because she’s thrown a fit.

2. A lowered bar.
When children misbehave, whether it’s by way of public outburst or private surliness, parents are apt to shrug their shoulders as if to say, «That’s just the way it is with kids.» I assure you, it doesn’t have to be. Children are capable of much more than parents typically expect from them, whether it’s in the form of proper manners, respect for elders, chores, generosity or self-control. You don’t think a child can sit through dinner at a restaurant? Rubbish. You don’t think a child can clear the table without being asked? Rubbish again! The only reason they don’t behave is because you haven’t shown them how and you haven’t expected it! It’s that simple. Raise the bar and your child shall rise to the occasion.

3. We’ve lost the village.
It used to be that bus drivers, teachers, shopkeepers and other parents had carte blanche to correct an unruly child. They would act as the mum and dad’s eyes and ears when their children were out of sight, and everyone worked towards the same shared interest: raising proper boys and girls. This village was one of support. Now, when someone who is not the child’s parent dares to correct him, the mum and dad get upset. They want their child to appear perfect, and so they often don’t accept teachers’ and others’ reports that he is not. They’ll storm in and have a go at a teacher rather than discipline their child for acting out in class. They feel the need to project a perfect picture to the world and unfortunately, their insecurity is reinforced because many parents do judge one another. If a child is having a tantrum, all eyes turn on the mum disapprovingly. Instead she should be supported, because chances are the tantrum occurred because she’s not giving in to one of her child’s demands. Those observers should instead be saying, «Hey, good work — I know setting limits is hard.»

4. A reliance on shortcuts.
I think it’s wonderful that parents have all sorts of electronics to help them through airline flights and long waits at the doctor’s office. It’s equally fabulous that we can order our groceries online for delivery, and heat up healthy-ish food at the touch of a button on the microwave. Parents are busier than ever, and I’m all for taking the easy way when you need it. But shortcuts can be a slippery slope. When you see how wonderful it is that Caillou can entertain your child on a flight, don’t be tempted to put it on when you are at a restaurant. Children must still learn patience. They must still learn to entertain themselves. They must still learn that not all food comes out steaming hot and ready in three minutes or less, and ideally they will also learn to help prepare it. Babies must learn to self-soothe instead of sitting in a vibrating chair each time they’re fussy. Toddlers need to pick themselves up when they fall down instead of just raising their arms to mum and dad. Show children that shortcuts can be helpful, but that there is great satisfaction in doing things the slow way too.

5. Parents put their children’s needs ahead of their own.
Naturally, parents are wired to take care of their children first, and this is a good thing for evolution! I am an advocate of adhering to a schedule that suits your child’s needs, and of practices like feeding and clothing your children first. But parents today have taken it too far, completely subsuming their own needs and mental health for the sake of their children. So often I see mums get up from bed again and again to fulfill the whims of their child. Or dads drop everything to run across the zoo to get their daughter a drink because she’s thirsty. There is nothing wrong with not going to your child when she wants yet another glass of water at night. There’s nothing wrong with that dad at the zoo saying, «Absolutely you can have something to drink, but you must wait until we pass the next drinking fountain.» There is nothing wrong with using the word «No» on occasion, nothing wrong with asking your child to entertain herself for a few minutes because mummy would like to use the toilet in private or flick through a magazine for that matter.

I fear that if we don’t start to correct these five grave parenting mistakes, and soon, the children we are raising will grow up to be entitled, selfish, impatient and rude adults. It won’t be their fault — it will be ours. We never taught them any differently, we never expected any more of them. We never wanted them to feel any discomfort, and so when they inevitably do, they are woefully unprepared for it. So please, parents and caregivers from London to Los Angeles, and all over the world, ask more. Expect more. Share your struggles. Give less. And let’s straighten these children out, together, and prepare them for what they need to be successful in the real world and not the sheltered one we’ve made for them.

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La sentencia definitiva del Gobierno del PP en la Comunidad Valenciana, llegó anteayer con la inesperada decisión del Consell de cerrar Canal 9, la cadena autonómica, tras 24 años de emisión. Este cierre se produce como consecuencia de la anulación del ERE por parte del TSJCV y su ordenación de readmisión inminente de los 1.000 empleados que habían sido despedidos mediante dicho expediente de regulación de empleo. Una decisión histórica y sin precedente en España.

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Giorgio Nardone: «La mujer de hoy es más poderosa que el hombre»

El psicólogo publica hoy en España su libro ‘Los errores de las mujeres en el amor’ donde analiza los 17 guiones que interpreta el sexo femenino en las relaciones

Según el psicólogo Giorgio Nardone todas las mujeres interpretan papeles, tanto en pareja como consigo mismas. Son lo que él llama guiones de relación, unas actitudes que no son patológicas, pero que se repiten sin darse cuenta, ya sea como respuesta al fracaso o a una relación satisfactoria. Los errores de las mujeres en el amor es la propuesta de Nardone que ahora estrena trabajo editorial en España, un libro con el que hace un ejercicio de observación desde fuera. Según él, la óptica masculina resulta idónea para analizar las dinámicas que sintetiza en 17 guiones o perfiles que van de La Bella Durmiente o La Amazona, a la Seductora, La Ejecutiva o La Bruja. Todos ellos, mal utilizados, tienen el mismo final: el fracaso. 

ALBERT DOMÈNECH

Entrevista a Giorgio Nardone

Al parecer,  todas las mujeres interpretamos un papel en la vida, una especie de abanico de guiones de relación con nosotras mismas y con los demás, que repetimos y repetimos sin darnos cuenta. ¿No habéis pensado nunca que siempre os fijáis en el mismo modelo de hombre o que siempre os pasa lo mismo? Pues bien, esta es la teoría del psicólogo italiano Giorgio Nardone, que publica Los errores de las mujeres en el amor(Paidós, 2011). Este terapeuta italiano, fundador y director del Centro de Terapia Estratégica de Arezzo (Italia), define en total 17 guiones o roles sentimentales, a los que les ha dado nombre de personajes de cuentos o de la literatura. Nardone pasó por Barcelona para participar en el seminario “Estrategias para el liderazgo femenino”. Estrategias de éxito para la vida personal y profesional”, en el ESCI – Universidad Pompeu Fabra. Y lo entrevisté para la revista Redes.

Léelo en PDF: Entrevista a Giorgio Nardone

Por Cristina Sáez