No más estigmas a las enfermedades mentales

Una de las principales razones por las cuales las personas con Trastornos Mentales Severos son excluidas y aisladas socialmente es por la falta de conocimiento y educación en torno a la Enfermedad Mental. En Saludarte están trabajando por ayudar a que haya cada vez más conocimiento al respecto, para que se pierda el miedo y el prejuicio social en torno a personas que sufren enormemente por una problemática que viven y que no escogieron.

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2015/04/11 22:00

No más estigmas a las enfermedades mentales

El caso de Andreas Lubitz, el copiloto de Germanwings, ha generado la falsa idea de que las enfermedades mentales son sinónimo de peligro.

Antes del accidente del avión de Germanwings, Andreas Lubitz era visto como una persona normal, sonriente y responsable, que había logrado cumplir su sueño de niño: volar. Pero el 24 de marzo pasado el copiloto cometió un acto que ninguno de sus conocidos imaginaría. Se encerró en la cabina del avión, lo aceleró y emprendió un descenso que lo estrelló diez minutos después contra las montañas de los Alpes franceses y causó su muerte y las de 149 personas más a bordo. Las autoridades encontraron en su casa antidepresivos, incapacidades médicas y un diagnóstico previo de un trastorno mental. De ahí a cuando la opinión pública lo llamó desquiciado, depresivo y criminal no pasó mucho tiempo. “Loco en la cabina”, “Piloto asesino tenía depresión”, “¿Por qué diablos lo dejaron volar?” fueron algunos de los titulares.

Pero esta asociación no solo es errada sino perjudicial para las personas que padecen algún tipo de trastorno mental. Es equivocado porque un diagnóstico de depresión difícilmente podría explicar este trágico desenlace. “En este caso hay algo fundamentalmente diferente y ahí es donde hay que buscar”, dice James K. Knoll, director de psiquiatría forense de la Universidad de Nueva York. La gran mayoría de enfermos mentales nunca intentarán hacer nada violento y los estudios señalan que apenas el 5 por ciento de los crímenes se puede atribuir a un trastorno mental. “Si yo tuviera una varita mágica para desaparecer la esquizofrenia, el desorden bipolar y la depresión mayor, permanecerían el 95 por ciento de las actos violentos”, explica Jeffrey Swanson, profesor de psiquiatría de la Universidad de Duke.

En Estados Unidos, la gran mayoría de gente implicada en violencia con armas y homicidios “no ha sido diagnosticada con una enfermedad mental y no parece tenerla”, dice a SEMANA Adam Lankford, experto en justicia criminal de la Universidad de Alabama. Paradójicamente, lo más común es lo contrario. Según Rebecca Palpant, del programa de salud mental Rosalynn Carter, estas personas tienen cuatro veces más riesgo de ser aislados y victimizados que la población general, especialmente en países en vías de desarrollo. Un estudio mostró que en un periodo de cuatro meses el 8,2 por ciento de estos enfermos fue agredido, comparado con apenas el 3,1 por ciento de personas de la población general.

Pero lo más preocupante del caso de Lubitz es que profundiza aún más el estigma que rodea estas enfermedades y a quienes las padecen. El estigma es una serie de creencias que se le etiquetan a un grupo de personas. “Histórica y culturalmente se ha creído que estas enfermedades son terribles, peligrosas y vergonzosas. Es la lepra moderna”, dice Myriam Jimeno, antropóloga y experta en cultura de la violencia. Algunos incluso las ven aún como si se trataran de posesiones demoniacas. Si a ello se le añade que podría ser el detonante de masacres, como se ha hecho de manera irresponsable con la historia de Lubitz, se reforzarían la ansiedad y las dudas de estos pacientes sobre consultar y recibir tratamiento. “Muchos dirán que deben mantener escondidos los síntomas a toda costa”, señala Ron Honberg, de la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales de Estados Unidos.

Eso sería muy grave porque en Colombia la incidencia de estas condiciones es alta. Según el estudio de salud mental realizado en 2003, cuatro de cada diez colombianos ha tenido alguna vez un trastorno mental. Esto en plata blanca significa el 40,1 por ciento de la población. Sin embargo, solo el 12 por ciento de ellos ha recibido algún tipo de tratamiento. Tan preocupante como lo anterior es que la gente espera en promedio ocho años para hacer la primera consulta. Según el psiquiatra José Posada, las causas de esta demora son “la ignorancia, el estigma y la ausencia de una política de salud mental”. El experto calcula que el panorama de estas enfermedades podría ser mayor hoy debido al desplazamiento forzado y el desempleo, factores de riesgo para estos problemas que siguen ocurriendo en este país como consecuencia del conflicto armado.

La falta de diagnóstico y tratamiento solo empeora la enfermedad. Jorge Noriega, presidente de la Asociación Colombiana de Bipolares, señala que estos males no son diferentes a los físicos. “Si uno tiene caries y no va al odontólogo, el problema progresa hasta que afecta la raíz y comienza a doler. Lo mismo sucede con un trastorno de estos: si no se atiende bien, puede terminar hasta en psicosis”. Según Posada, el 50 por ciento de los pacientes con esquizofrenia pueden llevar una vida funcional si reciben un tratamiento integral que, lejos de lo que la gente piensa, depende solo en el 20 por ciento de la terapia farmacológica. El resto de la recuperación se logra con cambios actitudinales, comportamentales y cognitivos que se dan con apoyo apropiado y oportuno de médicos especializados.

Pero en una sociedad donde el estigma prevalece, este se convierte en una barrera para buscar y cumplir el tratamiento, para acceder a un trabajo y para integrarse a la comunidad, condiciones ideales de cualquiera que sufre una dolencia, ya sea física o mental. El círculo vicioso empieza por el propio paciente que se autodiscrimina “al negar sus síntomas y evitar la ayuda profesional”, dice a SEMANA Frank Ochberg, profesor emérito del Dart Center de la Universidad de Columbia. Palpant señala que es una de las barreras más difíciles de derrumbar y que en cierta forma es lo que causa los suicidios porque ellos mismos se sienten devaluados. “La mayoría de las personas creen que es una debilidad más que una enfermedad”, apunta el psiquiatra Jorge Téllez, fundador de la Asociación Colombiana contra la Depresión.

Si la familia del paciente comparte esos mismos estereotipos sobre la enfermedad, el problema se agrava porque los van excluyendo poco a poco “y así se daña su principal red de apoyo”, dice el psiquiatra Edwin Erazo. La gente con problemas de salud mental necesita el soporte de sus seres queridos para buscar tratamiento, pero “en aquellas familias donde no hay conciencia de estas enfermedades evitan hacerlo”, dice Lankford. Otros los abandonan a su suerte porque creen que el psiquiatra y el medicamento son suficientes para resolver el caso.

Los afectados viven eso a diario. En la casa de Noriega, un ingeniero civil con trastorno bipolar, le prohibieron “desde manejar hasta opinar”, dice. Hay estudios en los que se evidencia que el grupo familiar los infantiliza y segrega y está demostrado que ello no solo no es necesario sino que es contraproducente. Por eso, se ven casos en los que el paciente guarda en secreto su enfermedad, incluso a su pareja por miedo a que esa información sea usada en su contra. No es infrecuente ver en el sistema judicial que los esposos echen mano de una ida al psiquiatra o un diagnóstico mental para reclamar la patria potestad de sus hijos.

En el ambiente laboral la situación no es muy diferente. “Las incapacidades psiquiátricas son muy mal vistas, tanto que ni siquiera los pacientes las reciben ni quieren presentarlas en sus trabajos”, dice Téllez. A veces, los empleadores no entienden por qué una persona con un trastorno mental no puede ir a trabajar.

Para completar este círculo perverso, el estigma está presente en el sistema de salud y se refleja en la falta de una ley, en la escasez de médicos psiquiatras y en la falta de recursos para dar un buen tratamiento. Tal como están las cosas hoy, las consultas son muy distanciadas, y el tiempo de atención es de apenas 20 minutos cuando lo mínimo son 40, y eso imposibilita que los psiquiatras logren explicar lo que tiene el paciente o brindarle atención integral. La información es crucial para la recuperación, como sucede con la diabetes o los problemas del corazón o cualquier otra dolencia física. “Después de muchos médicos y clínicas alguien le puso nombre y apellido a mi problema y desde ese momento empecé a salir de la ignorancia, y eso fue la mejor ayuda porque entendí que debía hacer cambios en mi vida y que eso era el principal factor de mi recuperación: dieta, ejercicio, menos estrés y cero alcohol”, dice Noriega.

Ante este panorama, el país está en mora de iniciar una campaña de educación para acabar con la ignorancia frente a la salud mental. En España y en Escocia se han desarrollado algunas estrategias básicas que buscan identificar la discriminación en el lenguaje. Con frecuencia se escucha decir: “este país es bipolar”, “a ese señor se le corrió la teja” o “pilas con esa vieja, que es loca”. En otros casos se peca por identificar la enfermedad con la persona, como cuando la gente dice “ella es depresiva” aunque casi nunca se refiere a una persona con cáncer como cancerosa. Decirle loco a cualquiera es impreciso porque la locura es un término para ciertos pacientes, pero no para todos. Pero también es bastante peyorativo utilizarla para designar a una persona que de por sí ya está sufriendo bastante.

¿Enfermos o asesinos?

Con frecuencia se ven crímenes que nadie puede explicar como el de Andreas Lubitz, el del Desalmado en Putumayo o el de un hombre que incineró a su novia en Villavicencio. En la mente de muchos estas acciones extremas solo encuentran explicación en la locura. Pero esto no es necesariamente verdad. Los expertos señalan que la enfermedad mental solo explica los asesinatos en serie en un porcentaje muy bajo. En el 80 por ciento de los casos se deben a exceso de ira, paranoia, delirios de superioridad, sed de venganza o narcisismo extremo. “En general los enfermos mentales tienden a hacerse daño a sí mismos pero no a otros”, dijo a SEMANA Frank Ochberg, profesor emérito del Dart Center de la Universidad de Columbia.

¿Salir del clóset?

El escenario ideal sería que un paciente pudiera decir que padece una enfermedad mental como lo haría si fuera hipertensión o diabetes. Sin embargo, los expertos reconocen que en Colombia no es conveniente ‘salir del clóset’ por el riesgo a ser discriminado. “Aún no hay madurez para que la sociedad lo acepte”, dice el psiquiatra José Posada. Esto no quiere decir que la persona deba esconder a todos su enfermedad. Es importante aceptarla, buscar tratamiento integral y contar con el apoyo de familiares que son fundamentales. Si bien en el trabajo no es obligatorio revelar la condición, hay que tener en cuenta que no se pueden aceptar funciones que generen alto estrés porque este es un factor de riesgo que podría obstaculizar la recuperación. En ese sentido las directivas de una empresa pueden ayudar a ubicar a estas personas en trabajos más adecuados. Lo importante es que la sociedad cambie “y la manera de hacerlo es con el ejemplo”, dice el psiquiatra Edwin Erazo.

El costo del estigma

Piedad Bonnett relata cómo la marca interfirió en el tratamiento de la enfermedad de su hijo Daniel, quien se quitó la vida en 2011, ocho años después de ser diagnosticado con esquizofrenia.

“A los 19 o 20 años Daniel empezó a cambiar sus comportamientos. Hablaba obsesivamente sobre sus planes, y no sé qué otras cosas, porque parte de su vida transcurría en la universidad. Quizá mostraba un poco de paranoia o creía ver signos en cosas insignificantes. En todo caso su sintomatología no era demasiado visible ni había agresividad ninguna. Sin embargo, algunos de sus amigos se alejaron de él. Yo solo supe de un caso, de una amiga suya. Una mamá no puede ver lo que pasa en ciertos ámbitos, y él no decía nada, en parte porque era introvertido, en parte porque, tal vez, se asustaba con la idea de estar enfermo, no la aceptaba. Pero esas pérdidas (de sus amigos) hicieron que él fingiera, de ahí hasta su muerte, que era perfectamente normal. El miedo al estigma lo llevó a eso, con el consiguiente esfuerzo, casi desmesurado, por tener el control total de su persona. Su enfermedad fue desde entonces su gran secreto, que logró mantener hasta con la gente más cercana. El costo, creo, fue altísimo: una especie de doble vida, que lo llevó a no abandonarse jamás ni a confiar a otros lo que le sucedía, por miedo al rechazo”.

“Decidí no esconderme”
Gloria Pinto supo que tenía esquizofrenia a los 27 años. Hoy cuenta cómo logró superar el estigma y recibir el tratamiento adecuado.

“Me diagnosticaron cuando tenía 27 años. Al principio había una ignorancia total sobre qué hacer. Cuando tenía crisis regalaba plata, botaba cosas y por la paranoia pensaba que mi familia estaba contra mí. Eso me distanciaba de ellos. Años después del diagnóstico seguía dando palos de ciego porque los psiquiatras no daban información. El estigma siempre fue una gran preocupación. Mis papás me decían “no le diga a nadie para que no la ataquen”. Los psiquiatras me recomendaban que me callara porque si decía no me contrataban. Pero todo cambió cuando  encontré la Asociación Colombiana de Pacientes con Esquizofrenia y ellos me brindaron apoyo y educación para manejar la enfermedad en tiempos de crisis como en estabilidad. Aprendí muchísimo sobre los síntomas y el tratamiento y logré estar 16 años sin crisis. Todo esto ha sido gracias al apoyo de mi familia, pero sobre todo a darme cuenta de que esta enfermedad no podía gobernar mi vida y para eso era necesario no seguir escondiéndome”.

S.O.S.

No hay que tenerle miedo al diagnóstico. Ante cualquier síntoma lo mejor es consultar. Estos son algunas grupos de pacientes que ofrecen orientación.

  • Asociación Colombiana de Bipolares: 615 07 88
  • Asociación Colombiana de personas con Esquizofrenia y sus Familias:contacto@acpef
  • Asociación Colombiana contra la Depresión: 530 11 70 – 611 32 02 – 802 16 14

Colombia

ARMENIA, Colombia — IN a one-room rural schoolhouse an hour’s drive from this city in a coffee-growing region of Colombia, 30 youngsters ages 5 to 13 are engrossed in study. In most schools, students sit in rows facing the teacher, who does most of the talking. But these students are grouped at tables, each corresponding to a grade level. The hum of conversation fills the room. After tackling an assignment on their own, the students review one another’s work. If a child is struggling, the others pitch in to help.

During my visit to one of these schools, second graders were writing short stories, and fifth graders were testing whether the color of light affects its brightness when seen through water. The teacher moved among the groups, leaning over shoulders, reading and commenting on their work. In one corner of the classroom were items, brought to school by the kids, that will be incorporated in their lessons. The students have planted a sizable garden, and the vegetables and fruits they raise are used as staples at mealtime, often prepared according to their parents’ recipes.

During the past four decades, this school — and thousands like it — have adopted what’s called the Escuela Nueva (New School) model.

A 1992 World Bank evaluation of Colombia’s schools concluded that poor youngsters educated this way — learning by doing, rather than being endlessly drilled for national exams — generally outperformed their better-off peers in traditional schools. A 2000 Unesco study found that, next to Cuba, Colombia did the best job in Latin America of educating children in rural areas, where most of the schools operate with this model. It was also the only country in which rural schools generally outperformed urban schools. Poor children in developing nations often drop out after a year or two because their families don’t see the relevance of the education they’re getting. These youngsters are more likely to stay in school than their counterparts in conventional schools.

Escuela Nueva is almost unknown in the United States, even though it has won numerous international awards — the hyper-energetic Vicky Colbert, who founded the program in 1975 and still runs it, received the first Clinton Global Citizenship prize. That should change, for this is how children — not just poor children — ought to be educated.

It’s boilerplate economics that universal education is the path to prosperity for developing nations; the Nobel-winning economist Joseph E. Stiglitz calls it “the global public good.” But while the number of primary school-age children not in class worldwide fell to 57.2 million in 2012 from 99.8 million in 2000, the quality of their education is another matter. Escuela Nueva offers a widely adaptable model, as Unesco has described it.

“Unesco reported the successful diffusion of Escuela Nueva in 20,000 Colombian schools with poorly trained teachers,” Ernesto Schiefelbein, rector of the Autonomous University of Chile, who has evaluated the program, told me. “As far as I know, there is no other example of massive educational improvement in a democratic developing country.”

Another Nobel-winning economist, Amartya Sen, posits that political repression impedes economic growth — that prosperity requires that social and economic well-being be tethered to democratic values. Escuela Nueva turns the schoolhouse into a laboratory for democracy. Rather than being run as a mini-dictatorship, with the principal as its unquestioned leader, the school operates as a self-governing community, where teachers, parents and students have a real say in how it is run. When teachers unfamiliar with this approach are assigned to these schools, it’s often the students themselves who teach them how to apply the method. “In these schools, citizenship isn’t abstract theory,” Ms. Colbert told me. “It’s daily practice.”

In the schools, students elected by their peers shoulder a host of responsibilities. In a school I visited in a poor neighborhood here in the city of Armenia, the student council meticulously planned a day set aside to promote peace; operated a radio station; and turned an empty classroom into a quiet space for reading and recharging. I was there last Halloween, when students put on a costume contest for their pets.

PARENTS become involved in the day-to-day life of these schools, and the educational philosophy influences their out-of-school lives. Research shows that the parents of Escuela Nueva students are less prone to use corporal punishment; more likely to let their youngsters spend time at play or on homework, rather than making them work when they’re not in school; and more likely, along with their children, to become engaged in their communities.

Decades ago, John Dewey, America’s foremost education philosopher, asserted that students learned best through experience and that democracy “cannot go forward unless the intelligence of the mass of people is educated to understand the social realities of their own time.” Escuela Nueva puts that belief into practice. I’ve witnessed the demise of many ballyhooed attempts to reform education on a mass scale. But I’ve tabled my jaded skepticism after visiting Escuela Nueva schools, reviewing the research and marveling at the sheer number of youngsters who, over 40 years, have been educated this way.

I’m convinced that the model can have a global impact on the lives of tens of millions of children — not just in the developing world but in the United States as well.

There’s solid evidence that American students do well when they are encouraged to think for themselves and expected to collaborate with one another. In a report last year, the American Institutes for Research concluded that students who attended so-called deeper learning high schools — which emphasize understanding, not just memorizing, academic content; applying that understanding to novel problems and situations; and developing interpersonal skills and self-control — recorded higher test scores, were more likely to enroll in college and were more adept at collaboration than their peers in conventional schools.

But these schools are far from the mainstream. “It’s really different and quite impressive,” David K. Cohen, an education professor at the University of Michigan, told me. “I know of no similar system in the U.S.”

Rachel Lotan, a professor emeritus at Stanford, added, “Doing well on the high-stakes test scores is what drives the public schools, and administrators fear that giving students more control of their own education will bring down those scores.” Officials, and those who set the policies they follow, would do well to visit Colombia, where Escuela Nueva has much to teach us about how best to educate our children.

23Ver artículo original en:

http://www.nytimes.com/2015/03/01/opinion/sunday/make-school-a-democracy.html?smprod=nytcore-iphone&smid=nytcore-iphone-share&_r=0

Nutrition Panel Calls for Less Sugar and Eases Cholesterol and Fat Restrictions

By ANAHAD O’CONNOR  FEBRUARY 19, 2015 2:47 PM

A nutrition advisory panel that helps shape the country’s official dietary guidelines eased some of its previous restrictions on fat and cholesterol on Thursday and recommended sharp new limits on the amount of added sugar that Americans should consume.

The Dietary Guidelines Advisory Committee, which convenes every five years, followed the lead of other major health groups like the American Heart Association that in recent years have backed away from dietary cholesterol restrictions and urged people to cut back on added sugars.

The panel said that Americans were eating too much salt, sugar and saturated fat, and not enough foods that fit a “healthy dietary pattern,” like fruits, vegetables, nuts, whole grains, fish and moderate levels of alcohol. Members of the panel said they wanted Americans to focus less on individual nutrients and more on overall patterns of eating, such as a Mediterranean-style diet, which is associated with lower rates of heart disease and stroke.

The panel singled out added sugars as one of its major concerns. Previous dietary guidelines have included warnings about eating too much added sugar, but for the first time the panel recommended that Americans limit it to no more than 10 percent of daily calories — roughly 12 teaspoons a day for many adults — because of its link to obesity and chronic disease.

Americans consume 22 to 30 teaspoons of added sugar daily, half of which come from soda, juices and other sugary drinks. The panel said sugary drinks should be removed from schools, and it endorsed a rule proposed by the Food and Drug Administration that would require a distinct line for added sugars on food nutrition labels, a change the food and sugar industries have aggressively fought.

Many experts, including some who disagreed with the panel’s cautions on salt and saturated fat, applauded its stronger stance on added sugars.

“That was one of the high points of these guidelines, and something that was sorely needed,” said Dr. Ronald M. Krauss, the director of atherosclerosis research at Children’s Hospital Oakland Research Institute. “There is a striking excess of added sugar intake in all age groups across the population.”

Dr. Krauss, the former chairman of the American Heart Association’s dietary guidelines committee, said that the advisory panel’s emphasis on overall dietary patterns was “a tremendous move in the right direction.” As part of that move, the panel dropped a suggestion from the previous guidelines that Americans restrict their total fat intake to 35 percent of their daily calories.

Since they were first issued in 1980, the guidelines have largely encouraged people to follow a low-fat diet, which prompted an explosion of processed foods stripped of fat and loaded with sugar. Studies show that replacing fat with refined carbohydrates like bread, rice and sugar can actually worsen cardiovascular health, so the guidelines encourage Americans to focus not on the amount of fat they are eating but on the type.

The guidelines advise people to eat unsaturated fat — the kind found in fish, nuts, and olive and vegetable oils — in place of saturated fat, which occurs primarily in animal foods.

The panel also dropped a longstanding recommendation that Americans restrict their intake of dietary cholesterol from foods like eggs and shrimp — a belated acknowledgment of decades of research showing that dietary cholesterol has little or no effect on the blood cholesterol levels of most people.

“For many years, the cholesterol recommendation has been carried forward, but the data just doesn’t support it,” said Alice H. Lichtenstein, the vice chairwoman of the advisory panel and a professor of nutrition science and policy at Tufts University.

Dr. Krauss said that some people experience a rise in blood cholesterol after eating yolks and other cholesterol-rich foods. But these “hyper-responders” are such a minority — roughly a few percent of the population — that they do not justify broad restrictions on cholesterol intake.

The advisory panel does not issue the official guidelines. Its report is sent to the Department of Health and Human Services and the Department of Agriculture, which publish Dietary Guidelines for Americans every five years. The agencies usually adhere very closely to the panel’s recommendations.

Although consumers rarely pay direct attention to the guidelines, they nonetheless influence the diets of tens of millions of people. The guidelines shape the menus of the school lunch program, which feeds more than 30 million children each school day, and they are incorporated into national food assistance programs like WIC and SNAP.

The advisory panel included the vegetarian diet as an example of what it called a healthy eating pattern, noting that a plant-based diet is also more sustainable, with less of an impact on the environment. But critics questioned whether the guidelines might overstep the mandate to focus on health and nutrition.

“It appears the advisory committee was more interested in addressing what’s trendy among foodies than providing science-based advice for the average American’s diet,” said Howard Hill, a veterinarian and president of the National Pork Producers Council.

The advisory panel was also criticized for its advice against saturated fat, which has been challenged by several recent studies. Dr. James DiNicolantonio, a cardiovascular scientist at Saint Luke’s Mid America Heart Institute, said that replacing saturated fat with the polyunsaturated fats in vegetable oils could worsen blood cholesterol levels and raise cancer and heart disease risk.

“The recommendations on saturated fat are a farce,” he said.

Adele Hite, a registered dietitian and spokeswoman for the nonprofit Healthy Nation Coalition, said that in the decades since their inception, the guidelines had played a direct role in the explosion of obesity and chronic disease by steering people away from nutritious whole foods like meat, eggs and butter.

Since the 1980s, Americans over all have been eating more grains, produce, cereals and vegetable oils, while generally lowering their intake of red meat, whole milk and eggs, Ms. Hite said, and yet the population is fatter and sicker than ever.

“Despite the unavoidable conclusion that the guidelines have failed in some fundamental way,” she said, “the response from the advisory committee seems to be that an even more restricted list of acceptable foods will, this time around, do the trick.”

ver artículo original en:

http://well.blogs.nytimes.com/2015/02/19/nutrition-panel-calls-for-less-sugar-and-eases-cholesterol-and-fat-restrictions/?_r=0

7 WAYS TO PRACTICE EMOTIONAL FIRST AID

Psychologist Guy Winch lays out seven useful ways to reboot your emotional health … starting right now.

You put a bandage on a cut or take antibiotics to treat an infection, right? No questions asked. In fact, questions would be asked if you didn’t apply first aid when necessary. So why isn’t the same true of our mental health? We are expected to just “get over” psychological wounds — when as anyone who’s ever ruminated over rejection or agonized over a failure knows only too well, emotional injuries can be just as crippling as physical ones. We need to learn how to practice emotional first aid. Here are 7 ways to do so:

  1. Pay attention to emotional pain — recognize it when it happens and work to treat it before it feels all-encompassing.
    The body evolved the sensation of physical pain to alert us that something is wrong and we need to address it. The same is true for emotional pain. If a rejection, failure or bad mood is not getting better, it means you’ve sustained a psychological wound and you need to treat it. For example, loneliness can be devastatingly damaging to your psychological and physical health, so when you or your friend or loved one is feeling socially or emotionally isolated, you need to take action.
  2. Redirect your gut reaction when you fail.
    The nature of psychological wounds makes it easy for one to lead to another. Failure can often drive you to focus on what you can’t do instead of focusing on what you can. That can then make you less likely to perform at your best, which will make you even more focused on your shortcomings, and on the cycle goes. To stop this sort of emotional spiral, learn to ignore the post-failure “gut” reaction of feeling helpless and demoralized, and make a list of factors that you can control were you to try again. For instance, think about preparation and planning, and how you might improve each of them. This kind of exercise will reduce feelings of helplessness and improve your chances of future success.
  3. Monitor and protect your self-esteem. When you feel like putting yourself down, take a moment to be compassionate to yourself.
    Self-esteem is like an emotional immune system that buffers you from emotional pain and strengthens your emotional resilience. As such, it is very important to monitor it and avoid putting yourself down, particularly when you are already hurting. One way to “heal” damaged self-esteem is to practice self-compassion. When you’re feeling critical of yourself, do the following exercise: imagine a dear friend is feeling bad about him or herself for similar reasons and write an email expressing compassion and support. Then read the email. Those are the messages you should be giving yourself.
  4. When negative thoughts are taking over, disrupt them with positive distraction.
    When you replay distressing events in your mind without seeking new insight or trying to solve a problem, you’re just brooding, and that, especially when it becomes habitual, can lead to deeper psychological pain. The best way to disrupt unhealthy rumination is to distract yourself by engaging in a task that requires concentration (for example, do a Sudoku, complete a crossword, try to recall the names of the kids in your fifth grade class). Studies show that even two minutes of distraction will reduce the urge to focus on the negative unhealthily.
  5. Find meaning in loss.
    Loss is a part of life, but it can scar us and keep us from moving forward if we don’t treat the emotional wounds it creates. If sufficient time has passed and you’re still struggling to move forward after a loss, you need to introduce a new way of thinking about it. Specifically, the most important thing you can do to ease your pain and recover is to find meaning in the loss and derive purpose from it. It might be hard, but think of what you might have gained from the loss (for instance, “I lost my spouse but I’ve become much closer to my kids”). Consider how you might gain or help others gain a new appreciation for life, or imagine the changes you could make that will help you live a life more aligned with your values and purpose.
  6. Don’t let excessive guilt linger.
    Guilt can be useful. In small doses, it alerts you to take action to mend a problem in your relationship with another person. But excessive guilt is toxic, in that it wastes your emotional and intellectual energies, distracts you from other tasks, and prevents you from enjoying life. One of the best ways to resolve lingering guilt is to offer an effective apology. Yes, you might have tried apologizing previously, but apologies are more complex than we tend to realize. The crucial ingredient that every effective apology requires — and most standard apologies lack — is an “empathy statement.” In other words, your apology should focus less on explaining why you did what you did and more on how your actions (or inactions) impacted the other person. It is much easier to forgive someone when you feel they truly understand. By apologizing (even if for a second time), the other person is much more likely to convey authentic forgiveness and help your guilt dissolve.
  7. Learn what treatments for emotional wounds work for you.
    Pay attention to yourself and learn how you, personally, deal with common emotional wounds. For instance, do you shrug them off, get really upset but recover quickly, get upset and recover slowly, squelch your feelings, or …? Use this analysis to help yourself understand which emotional first aid treatments work best for you in various situations (just as you would identify which of the many pain relievers on the shelves works best for you). The same goes for building emotional resilience. Try out various techniques and figure out which are easiest for you to implement and which tend to be most effective for you. But mostly, get into the habit of taking note of your psychological health on a regular basis — and especially after a stressful, difficult, or emotionally painful situation.

Yes, practicing emotional hygiene takes a little time and effort, but it will seriously elevate your entire quality of life. I promise.

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El cansancio mental

  • La mente fatigada provoca dispersión, falta de atención y de claridad. En la situación contraria, es capaz de ver lo extraordinario en lo aparentemente corriente.
 25 ENE 2015

Gracias a nuestra poderosa mente pensamos, soñamos, ideamos, proyectamos, asociamos ideas, diseñamos, planificamos, generamos expectativas, imaginamos y recordamos. El pensamiento puede ser beneficioso o nocivo, positivo o negativo, necesario o inútil, insípido o creativo, elevado y sublime o destructor y desgarrador. Muchos pensamientos son innecesarios. Algunos surgen como tormentas que nos azotan. Si no gestionamos bien toda la actividad de nuestra mente, el cansancio mental se convierte en nuestro compañero inseparable.

Es una fatiga que provoca dispersión, pereza, falta de atención y de claridad; además, disminuye nuestra capacidad resolutiva. En cambio, cuando se está inspirado y motivado, la mente nos revitaliza y genera pensamientos creativos que suscitan energía y fuerza. En un estado creativo, los pensamientos son prácticos, poéticos y manifiestan belleza. La mente está abierta y puede ver lo extraordinario en lo aparentemente corriente.

Desafortunadamente, este estado mental no suele durar mucho. Más bien nos sumergimos en una actividad mental estéril y agotadora. Cada individuo genera unos 50.000 pensamientos al día, muchos de los cuales son repetitivos y mecánicos. Otras veces se da vueltas una y otra vez sobre cosas que no se pueden cambiar. Son pensamientos que suelen referirse al pasado. No llevan a ninguna parte y agotan.

Cuando se vive en un tren de pensamientos innecesarios y debilitantes, viene bien plantearse algunas preguntas que ayuden a desactivar ese mecanismo repetitivo y lleven a una reflexión más productiva y estimulante. Por ejemplo, ¿cuál es la intención que le mueve a pensar lo que está pensando? El primer paso es encontrar el propósito, porque permite darse cuenta de lo inútil de ese pensamiento y cambiar el rumbo.

Otra práctica aconsejable es intentar no utilizar demasiado los tiempos verbales condicionales, ya sean en pasado o en futuro. Por ejemplo: “Si hubiera estado ahí en esos momentos, no habría sucedido esa desgracia”. “Si hubiera tenido esa información a tiempo, habría ganado ese caso”. Cuando tenga el título seré más respetado por mis superiores”. “Cuando él cambie estaré mejor”. Como el pasado pasó y el futuro aún tiene que venir, este tipo de juicios no son útiles, debilitan y agotan. Es tan importante aprender a transformar como a no crear estos pensamientos sobre asuntos que no podemos cambiar o que no depende de nosotros que cambien. Así se estará más concentrado y se tendrá mayor claridad para tomar las decisiones adecuadas.

No se trata de dejar la mente en blanco, sino de generar pensamientos positivos, creativos, inspiradores, beneficiosos. Así se logra un espacio mental fértil. Deliberar en positivo no es negar la realidad, sino ser capaz de ver los problemas y tener la creatividad mental para aportar soluciones sin obsesionarse ni ofuscarse. Las reflexiones positivas fortalecen y revitalizan la mente. Suelen ser cavilaciones que se basan en valores y en apreciar y agradecer lo que se es y lo que se tiene. Una mente agradecida es una mente descansada.

Otro aspecto que agota es nuestra extraordinaria capacidad de planificar: reuniones, encuentros, acciones, lugares, horarios… Cuando las cosas se suceden una tras otra según los planes, uno está más tranquilo que cuando los imprevistos tergiversan los planes. Si se aferra a su plan, deja de escuchar las señales que el momento o las personas le están dando, y quiere que la realidad se amolde a sus ideas y no al revés. Al forzar nos cansamos. A veces es nuestro cuerpo el que nos pide descanso, pero como el plan era otro, nos forzamos a cumplirlo.

En una sesión de coaching, una mujer explicaba cómo se obligaba a realizar los planes que se había marcado y los compromisos que había adquirido, forzándose a cumplir los horarios impuestos por otras personas importantes para ella. Aunque sintiera que debía parar, su mente le hacía seguir. Sin parar, ni respirar con consciencia ni escuchar. Estaba agotada mentalmente. A veces hemos planificado algo, pero cuando llega la hora sentimos que no es el momento o no es el nuestro. Es importante detenerse unos minutos para replantear la situación. Ese rato da un espacio mental para abrir un paréntesis, ver y decidir con mayor claridad.

A veces el cansancio mental surge de las luchas internas entre lo que nos gustaría que fuera y lo que es, entre si decir o callar, si salir o quedarse, entre las decisiones que se toman y lo que en realidad se hace. Debemos incorporar prácticas para comprender de dónde surge tanto pensamiento estéril, para escucharnos y acallar los ruidos mentales.

 

Ver el artículo completo en: http://elpais.com/elpais/2015/01/23/eps/1422018427_336669.html

Suicidio y la necesidad de desacelerar el paso

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Otros dos suicidios lamentables esta semana. Otros dos hechos que estremecen y que nos exige leer entre líneas sobre el estado de la salud mental y la vida psicológica de nuestra sociedad.

Que la opción de la muerte sea escogida y que sea un camino atractivo para algunos, puede ser incomprensible para una sociedad que idolatra la juventud y el inmediatismo, una religión que enfatiza la inmortalidad y unas instituciones públicas que sólo actúan en coyunturas. Frente al suicidio, las razones son tan personales y tan profundas que cualquier juicio es inadecuado. La actitud acertada es el silencio respetuoso y el abrazo presente. Además, comprender un hecho psicológico personal nunca ha sido el interés de los colectivos y para entender la pulsión de muerte se necesita tiempo, interés y silencio. Y de eso tenemos muy poco.

Ya Kundera nos advertía desde hace 20 años que vamos muy rápido: “Por qué habrá desaparecido el placer de la lentitud?” se preguntaba el checo en una de sus novelas. James Hillman decía que necesitamos más espacios para el alma. Y con alma se refería a la raíz etimológica en la palabra Psicología, psique, como aquello que hace posible el sentido, aquello que convierte hechos en experiencias. Psique necesita silencios, lentitud, pausas, dudas. Necesitamos cuestionar de vez en cuando el ideal de la hiperproductividad y reivindicar la sanidad del ocio, del goce, de los pequeños actos improductivos, esos que nos llenan de sentido y sin los cuales la vida diaria sería bastante insípida.

Moisés Naim lo dice claro: esta es la época del más. “Hay más de todo. Hay más gente, países, ciudades, partidos políticos, ejércitos; mas bienes y servicios y más empresas que los venden; más armas y más medicinas; mas estudiantes y más computadores; mas predicadores y más delincuentes”. ¿Qué es lo que perdemos con tanta ganancia?¿Cómo ponerle freno a la avalancha del más? ¿Cuántos más serán demasiados?

Estamos construyendo una cultura maníaca que persigue el éxito a como dé lugar, que glamouriza la riqueza y la ganancia sin cuestionar los medios, que idolatra el bienestar y la novedad sin evaluar los desechos que dejamos en el camino. Nos orgullece la sensación de interconectividad ilimitada y virtualizamos las relaciones independientes del plano físico: Sexo Virtual, Comercio Virtual, Terapia Virtual, Voto Virtual.

Hiperconectados pero solos; sobreinformados pero ignorantes. Que los 140 caracteres no remplacen las buenas tertulias y que Whatsapp no remplace los abrazos! Salud no es solamente alargar la vida física y posponer la muerte; es asegurarnos que el tiempo vivido valga la pena, y que vivamos repletos de sentido y de propósito.

Frente a la muerte siempre me acuerdo de Don Juan, diciéndole a Castaneda en los desiertos de Sonora, que cada vez que se sintiera muy importante, mirara a su izquierda y sintiera la presencia de la muerte, la cual nos acompañaba para poner las preocupaciones diarias en perspectiva y para recordarnos que somos simples pasajeros. Que la utilizara como antídoto contra la importancia personal, como remedio contra la soberbia de creernos los únicos seres especiales sobre esta tierra, como prueba que hay algo más allá de la comprensión humana.

Admirable la avalancha de mensajes solidarios de personajes desde todas las orillas políticas, acompañando al Senador Navarro Wolff y a la familia del periodista de Teleantioquia Juan David Arango en su dolor. Esto nos confirma que hay esperanza, que podemos unirnos más allá de nuestras pequeñas diferencias personales, y más importante aún, que frente a la inexorabilidad de la muerte todos somos iguales.

 

Vea el artículo original en: www.bajolamanga.co

 

http://www.elpradopsicologos.es/blog/resiliencia-resilientes/

A veces la vida nos pone a prueba, nos plantea situaciones que superan nuestras capacidades: una enfermedad, una ruptura de pareja particularmente dolorosa, la muerte de un ser querido, el fracaso de un sueño largamente anhelado, problemas económicos… Existen diferentes circunstancias que nos pueden llevar al límite y hacer que nos cuestionemos si tenemos la fuerza y la voluntad necesarias para continuar adelante. En este punto tenemos dos opciones: dejarnos vencer y sentir que hemos fracasado o sobreponernos y salir fortalecidos, apostar por la resiliencia.

Resiliencia: definición y significado

La resiliencia es una capacidad que nos permite enfrentar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas y salir fortalecidos de ellas. La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.

Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles. Y no se trata de una simple disquisición terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver el mundo ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan enfrentar la vida con una sonrisa en los labios.

 

 

Te recomendamos leer todo el artículo en:

http://www.elpradopsicologos.es/blog/resiliencia-resilientes/

La dinámica del cambio y el miedo – The Dynamics of Change and Fear

Carly Fiorina     |   Former CEO, HP

Fiorina habla de la dinámica del cambio y el miedo. Ella señala que el espíritu empresarial es sobre la toma de riesgos, y esto siempre se asocia a probar algo nuevo. Fiorina concluye afirmando que el cambio consiste en la recopilación de suficiente energía y fuerza para vencer el poder del status quo.

 

Tomado de: http://ecorner.stanford.edu/authorMaterialInfo.html?mid=1717

La historia detrás de una de las mujeres más influyentes del mundo

Una mañana de invierno en el último piso de la sede del Huffington Post, uno de los portales de noticias más influyentes de los Estados Unidos, se encontró a su directora Ariana Huffington totalmente inconsciente en medio de una piscina de sangre. Minutos antes, en el interior de su oficina su cuerpo había colapsado violentamente, rompiéndose en la caída su quijada, el pómulo derecho y abriéndose una ceja.

Ted Talk – Mellody Hobson – Color blind or color brave?

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Transcripción del video

 

0:11

Es el año 2006. Mi amigo Harold Ford me llama. Él es candidato a senador de EE. UU. por Tennessee y me dice: «Mellody, necesito ya de la prensa nacional. ¿Tienes alguna idea?» Entonces tuve una idea. Llamé a una amiga que estaba en Nueva York en una de las empresas de medios más exitosas del mundo, y ella me dice: «¿Por qué no organizamos un almuerzo con el consejo editorial para Harold? y vienes con él?».

0:36

Harold y yo llegamos a Nueva York. Vestidos con nuestras mejores ropas. Parecemos nuevos peniques brillantes. Llegamos a la recepcionista y le decimos: «Estamos aquí para el almuerzo». Ella hace un gesto para que la sigamos. Caminamos por una serie de pasillos y de repente nos encontramos en una habitación austera. En ese momento ella nos mira y dice: «¿Dónde están sus uniformes?»

1:01

Justo cuando sucede esto, mi amiga entra de prisa. Se puso pálida como un papel. Literalmente no hay palabras, ¿cierto? La miro, y digo: «¿No crees que necesitamos más de una persona negra en el Senado de EE.UU.?»

1:16

Ahora, Harold y yo… (Aplausos) Aún reímos con esa historia y en muchos sentidos, el momento me agarró con la guardia baja, pero en el fondo, muy en el fondo, no estaba realmente sorprendida. No estaba sorprendida por algo que mi madre me había enseñado 30 años antes. Verán, mi madre era terriblemente realista. Un día, volviendo a casa de un cumpleaños donde fui la única niña negra invitada, en vez de hacerme las preguntas que haría cualquier madre como: «¿Te divertiste?» «¿Cómo estaba el pastel?», mi madre me miró y dijo: «¿Cómo te trataron?» Tenía 7 años. Yo no entendía. Quiero decir, ¿por qué alguien me trataría de manera diferente? Pero ella sabía. Mi miró directo a los ojos y dijo, «Ellos no siempre te tratarán bien».

2:07

El racismo es uno de esos temas en EE.UU que hace sentir a la gente extraordinariamente incómoda. Sacas el tema en una cena o en un ambiente de trabajo, y es literalmente una conversación equivalente a tocar el tercer riel. Hay conmoción, seguida de un largo silencio. Y aún para venir hoy aquí, le conté a pocos amigos y colegas que pensaba hablar sobre racismo, y me advirtieron, me dijeron, que no lo haga, que habría grandes riesgos en que hablara de este tema, que la gente podría pensar que era una negra militante y que arruinaría mi carrera. Y debo decirles que por un momento estaba un poco asustada. Luego me di cuenta: el primer paso para resolver cualquier problema es no escondernos de él y el primer paso para cualquier forma de acción es tomar consciencia. Y por eso me decidí a hablar sobre racismo. Y decidí que si venía aquí y compartía con Uds. algunas de mis experiencias, tal vez todos podríamos estar un poco menos nerviosos y un poco más intrépidos en nuestras conversaciones sobre racismo.

3:13

Sé que hay personas por ahí diciendo que la elección de Barack Obama significó el final de la discriminación racial por toda la eternidad, ¿verdad? Pero yo trabajo en inversiones, y tenemos un dicho: Los números no mienten. Y aquí, hay disparidades raciales significativas y cuantificables que no pueden ser ignoradas, en la riqueza de los hogares, en el ingreso familiar, en las oportunidades de empleo, en la la atención de la salud. Un ejemplo del EE. UU. corporativo: A pesar de que los hombres blancos constituyen sólo el 30% de la población de los EE.UU., poseen el 70% de los cargos en las juntas directivas corporativas. De las empresas de Fortune 250, sólo hay siete CEO que son minorías, y de las miles de las empresas que cotizan en bolsa hoy en día, miles, sólo dos están dirigidas por mujeres negras, y están viendo a una de ellas, la misma que, no hace mucho tiempo atrás, fue casi confundida con un ayudante de cocina. Así que eso es un hecho. Ahora tengo este experimento mental con el que juego conmigo misma, cuando digo: imaginen que entro en una habitación de una gran empresa, como ExxonMobil, y todas y cada una de las personas de la sala de juntas son negras, Pensarían que es raro. Pero si entro en una compañía Fortune 500, y son todos hombres blancos, ¿cuándo pensaremos que eso también es raro ?

4:38

Y sé cómo hemos llegado hasta aquí. (Aplausos)

4:44

Sé cómo hemos llegado hasta aquí. Ya saben, fue institucionalizada, a la vez legalizada, la discriminación en nuestro país. No hay duda al respecto. Pero aún así, me enfrento con este tema, la pregunta de mi madre está en el aire para mí: ¿Cómo te trataron?

5:01

No planteo esta cuestión para quejarme o para generar cualquier tipo de simpatía. He tenido éxito en mi vida, llegué más lejos que mis más optimistas expectativas, y han sido más las veces que fui tratada bien que las que no por gente de todas las razas. Cuento la historia del uniforme porque sucedió. Cito estas estadísticas sobre diversidad corporativa porque son reales, y estoy aquí hoy hablando sobre discriminación racial porque creo que amenaza con robarle a otra generación todas las oportunidades que todos queremos para nuestros hijos, sin importar su color o de dónde provienen. Y creo que también amenaza con frenar los negocios. Verán, los investigadores han acuñado el término «ceguera al color» para describir un comportamiento aprendido en el que hacemos como que no percibimos la raza. Si estás rodeado de un montón de gente que se vea como Uds., eso es puramente accidental. Ahora, la ceguera al color, en mi opinión, no quiere decir que no hay discriminación racial y hay imparcialidad. No significa eso en absoluto. No lo asegura. En mi opinión, la ceguera es muy peligrosa porque significa que estamos ignorando el problema. Hubo un estudio corporativo que dice que, en vez de evitar la raza, las corporaciones realmente inteligentes tratan de frente con el problema . Reconocen, ciertamente, que incorporar la diversidad implica reconocer todas las razas, incluyendo la mayoritaria. Seré la primera en decirles, que este tema puede ser difícil, embarazoso, incómodo. Pero ese es el punto.

6:37

En el espíritu de desenmascarar los estereotipos raciales, como el que a los negros no les gusta nadar, voy a decirles lo mucho que me gusta nadar. Amo tanto nadar que de adulta, nado con un entrenador. Y un día mi entrenador me pidió hacer un ejercicio donde tenía que nadar un largo de una piscina de 25m sin respirar. Y cada vez que fallaba, tenía que empezar de nuevo. Y fallé mucho. Al final lo logré, pero al salir de la piscina, estaba exasperada, cansada y molesta, y dije: «¿Por qué estamos haciendo ejercicios de contener la respiración?» Y mi entrenador me miró y me dijo: «Mellody, eso no fue un ejercicio de apnea. Ese simulacro era para hacerte sentir cómoda estando incómoda, porque así es como la mayoría de nosotros pasamos nuestros días». Si podemos lidiar con nuestra incomodidad, y relajarnos con ella, tendremos una mejor vida.

7:29

Así que creo que es hora de que estemos cómodos con la incómoda conversación sobre razas: negra, blanca, asiática, hispánica, hombres, mujeres, todos nosotros, si realmente creemos en la igualdad de derechos y en la igualdad de oportunidades, pienso que debemos tener conversaciones serias sobre este tema. No podemos darnos el lujo de ser ciegos al color. Tenemos que ser valientes al color. Tenemos que estar dispuestos, como maestros, padres de familia, empresarios y científicos, tenemos que estar dispuestos a tener conversaciones proactivas sobre racismo con sinceridad, comprensión y coraje, no porque es lo correcto, sino porque es lo más inteligente, porque nuestros negocios y productos, nuestra ciencia, nuestras investigaciones, todo será mucho mejor con una mayor diversidad.

8:22

Ahora, mi ejemplo favorito de la valentía de color es un tipo llamado John Skipper. Dirige ESPN. Es nativo de Carolina del Norte, caballero sureño por excelencia, blanco. Se unió a ESPN, que ya tenía una cultura de inclusión y diversidad, pero la llevó aún más lejos. Exigió que cada posición abierta tuviera una lista de candidatos diversa. Dice que a la gente mayor, al principio, se les ponían los pelos de punta, y que iban a verlo y le decían: «¿Quieres que contrate a la minoría, o quieres que contrate a la mejor persona para el trabajo?» Y Skipper cuenta que respondía siempre igual: «Si». Y al decirle sí a la diversidad, sinceramente creo que ESPN es la franquicia de cable más valiosa del mundo. Creo que esa es una parte del ingrediente secreto.

9:10

Puedo decirles que, en mi propia industria, Ariel Investments, vemos nuestra diversidad como una ventaja competitiva y esa ventaja puede ir mucho más allá de los negocios. Está Scott Page, de la Universidad de Michigan. Es la primera persona en desarrollar un cálculo matemático para la diversidad. Dice que si estás tratando de resolver un problema, uno realmente difícil, deberías tener un grupo diverso de personas, incluso de diversa inteligencia. El ejemplo que él da es la epidemia de viruela. Cuando la viruela asolaba Europa, reunieron a muchos científicos, y quedaron perplejos. El comienzo de la cura para la enfermedad vino de la fuente menos probable: un productor de leche que se percató de que las lecheras no se contagiaban de viruela. La vacuna contra la viruela proviene de las vacas gracias a ese productor de leche.

10:02

Estoy segura de que Uds. aquí se estarán diciendo: no dirijo una compañía de cable, no dirijo una firma de inversión, no soy productor de leche. ¿Qué puedo hacer? Les digo, pueden ser valientes del color. Si son parte de un proceso de contratación o de un proceso de admisión, pueden ser valientes del color. Si están tratando de resolver un problema realmente difícil, pueden hablar del tema y ser valientes del color. Sé que la gente dirá que eso no aporta mucho, pero en verdad les estoy pidiendo que hagan algo realmente muy simple: observen el entorno, en el trabajo, en la escuela, en casa. Les pido que miren a las personas que los rodean a propósito e intencionalmente. Dejen entrar gente a sus vidas que no se ven como Uds., que no piensan como Uds., que no actúan como Uds., que no son de donde Uds. son, y quizá descubran que sus preconceptos son puestos en cuestión y los hagan crecer como personas. Obtendrán nuevas y poderosas ideas de estos individuos, o, como mi marido, que es blanco, tal vez aprenderán que las personas negras, hombres, mujeres, niños, usamos loción para el cuerpo todos los días.

11:11

También pienso que esto es muy importante para que las próximas generaciones entiendan que este progreso los ayudará, porque esperan que seamos excelentes modelos a seguir.

11:23

Ahora, les conté, mi madre, era terriblemente realista. Era un modelo a seguir increíble . Era el tipo de persona que llegó a ser como fue por ser una mamá soltera con seis hijos en Chicago. Estaba en el negocio de bienes raíces, donde trabajaba muy duro, pero muchas veces tenía dificultades para llegar a fin de mes. Y eso significaba que a veces nos desconectaban el teléfono, o nos cortaban la luz, o nos desalojaban. Cuando nos desalojaban, vivíamos en pequeños apartamentos de ella, a veces en solo una o dos habitaciones, porque no estaban terminados y calentábamos el agua para bañarnos en ollas. Pero nunca perdió las esperanzas, nunca. Y nunca nos permitió perder la esperanza. Ese brutal pragmatismo que ella tenía, digo, yo tenía cuatro y ella me dijo: «Papá Noel es Mamá». (Risas) Tenía ese brutal pragmatismo. Me enseñó tantas lecciones, pero la más importante fue que todos los días me decía: «Mellody, tu puedes ser lo que quieras». Y gracias a esas palabras, me despertaba al amanecer, y gracias a esas palabras, amaba la escuela más que nada, y gracias a esas palabras, cuando estaba en un ómnibus camino a la escuela, soñaba los sueños mas grandes. Y es gracias a esas palabras que estoy hoy aquí llena de pasión, pidiéndoles que sean valientes para los niños que están soñando esos sueños hoy. (Aplausos)

12:56

Verán, quiero que ellos vean a un CEO en televisión y digan: «Yo puedo ser como ella». O: «Él es parecido a mí». Y quiero que los niños sepan que todo es posible, que pueden llegar al nivel más alto que pudieran imaginar, que serán bienvenidos en cualquier sala de juntas, o que pueden liderar cualquier empresa. Esa idea de ser la tierra de los libres y el hogar de valientes es parte de la esencia de lo que es EE. UU. En EE. UU. cuando tenemos un reto, lo encaramos de frente, no nos escapamos. Nos ponemos firmes. Mostramos coraje. Así que ahora mismo, les pido que lo hagan: les pido que muestren coraje. Les pido que sean audaces. Como líderes empresariales, les pido que no dejen nada sobre la mesa. Como ciudadanos, les pido no dejar ningún niño atrás. Les estoy pidiendo que no sean ciegos al color, que sean valientes frente al color, para que todos los niños sepan que sus futuros y sueños son posibles.

13:56

Gracias.

13:59

(Aplausos) Gracias. Gracias. Gracias. (Aplausos)T