Felicidad Interna Neta

Progreso es progreso económico pero, sobre todo, progreso en el bienestar de las personas y del medio ambiente

Por:   abril 19, 2016 | Tomado de www.las2orillas.co/

Una oportunidad maravillosa para hacer una pausa y reflexionar sobre las cosas importantes en la vida, como el desarrollo del mundo interior, tuvimos el mes pasado con ocasión del Tercer Congreso Latinoamericano de Budismo Zen, liderado por la Comunidad Soto Zen de Colombia y por el Venerable Densho Quintero. En este escenario el español Sensei Ryusho expuso el concepto de Felicidad Interna Neta en las empresas, que deriva de Bután y de la manera como ese país, desde hace varios años, mide el desarrollo.

El indicador Felicidad Interna Bruta de Bután se sostiene sobre nueve pilares que orientan las políticas públicas y que se usan para medir el progreso: bienestar psicológico, uso del tiempo, bienestar físico y salud, preservación de la cultura, educación, diversidad y preservación del medio ambiente, relaciones interpersonales, economía y gobierno.

Esta política, impulsada por el Rey de Bután en los años 80, fue diseñada junto con un grupo de monjes budistas que asesoró su creación. Detrás de la misma yace la idea de que el modelo del PIB (Producto Interno Bruto) no es sostenible a largo plazo. Un cierto avance es necesario para, por ejemplo, construir carreteras, escuelas y hospitales. Pero estas medidas no garantizan necesariamente el bienestar de las personas ni la protección del medio ambiente. Es necesario el progreso económico, claro, pero no es lo único ni lo esencial.

Lo que mueve el mundo hoy en día son las grandes corporaciones, más que cualquier otro actor. Por esa razón, se ha creado un nuevo modelo para transferir esta idea de medir el desarrollo de otra manera e incrustarlo en las empresas. Este modelo busca cambiar el paradigma global a través de cambios en las corporaciones y posicionar un nuevo foco en los valores de las organizaciones: del crecimiento, la competencia y los resultados financieros, a la sustentabilidad, el equilibrio y la felicidad.

Para medir el éxito de una empresa, este nuevo modelo (Felicidad Interna Neta) busca medir su progreso teniendo en cuenta los resultados económicos y, también, la felicidad y el bienestar de los miembros de la organización.

Nueve criterios que se utilizan en este modelo para las empresas:

1-Fortaleza económica de la empresa

2-Fortaleza de la marca

3-Nivel de vida de los empleados

4-Bienestar psicológico de los empleados

5-Salud física de los empleados

6-Cultura de la empresa

7-Gobierno corporativo

8-Crecimiento del impacto social (este es uno de los pilares más importantes: no podemos hablar de empresas exitosas en países desiguales)

9-Uso del tiempo de los empleados.

Estos criterios/indicadores obedecen a las lecciones del budismo y a las investigaciones recientes de la Psicología Positiva (la rama de la Psicología que estudia el bienestar, la felicidad y el funcionamiento óptimo de las personas). Estas investigaciones señalan que la felicidad tiene que ver, entre otros, con cultivar las relaciones sociales, tener metas y objetivos, ayudar a otros, llevar una vida con sentido y propósito, disponer de tiempo libre y desarrollar una mentalidad resiliente, entre otros. Del budismo se desprende la lección fundamental del conocimiento y control de la mente y las emociones, y de la importancia de la bondad.

Ya existen algunas empresas en el mundo que han empezado a medir su gestión y progreso con este tipo de marcos de referencia: progreso es progreso económico pero, sobre todo, progreso en el bienestar de sus personas y del medio ambiente. Ojalá se sumen grandes multinacionales que empiecen a propiciar cambios a nivel mundial.

 

¿Qué sentido tiene un joven con excelentes resultados académicos
pero sin un sentido de vida
y sin un propósito de contribución social?

 

En el mundo de la educación están empezando a suceder cosas muy interesantes en este sentido. Los colegios y las universidades más innovadoras del mundo están empezando a dar clases de Felicidad y a pensar en nuevos fines de la educación, más alineados con la vida misma, y más allá de los resultados académicos y las pruebas estandarizadas. ¿Qué sentido tiene un joven con excelentes resultados académicos pero sin un sentido de vida y sin un propósito de contribución social?

Qué maravilla sería que los colegios y las organizaciones en Colombia empezaran a hacer cosas similares. Medir su crecimiento y éxito, no solo por sus resultados académicos y financieros, sino también por el bienestar de sus empleados y estudiantes. No todo en la vida es dinero o buenas notas.

Ya lo decía Viktor Frankl: “no hay mayor propósito que una vida con propósito”.

Giorgio Nardone: “Tenemos que habituarnos a vivir con la probabilidad y no con la certeza”

tomado de: http://www.lavanguardia.com/vida/20160420/401241580667/giorgio-nardone-probabilidad-certeza-miedo-decidir.html?utm_campaign=botones_sociales&utm_source=facebook&utm_medium=social

El miedo a decidir es una las pandemias que sufre la sociedad actual, tal y como defiende este psicólogo italiano

 

Cada día tomamos decisiones. A cada momento. A veces somos más conscientes de ello, otras ni nos damos cuenta; unas son más banales, otras más trascendentales. Pero siempre estamos tomando decisiones. Y es que la vida nos obliga continuamente a elegir. Pero no por habitual, esta práctica sea más placentera. Todo lo contrario. Hay personas que tienen miedo a decidir, que sienten pánico ante la idea de tener que escoger. Y eso las puede llegar a incapacitar en su día a día, porque como asegura el psicólogo Giorgio Nardone en su último libro, El miedo a decidir, un día u otro nos tocará decidir.

Delegar la responsabilidad de elegir en otros, explica Nardone, es una de las tácticas que utilizan estas personas ante el pánico que experimentan frente a una elección. “Pero sólo eres libre cuando eres responsable de tus decisiones”, explica el psicólogo italiano a La Vanguardia. “Es un gesto de libertad diaria, pero la mayoría quiere menos responsabilidad, cuando en realidad, a mayor responsabilidad, mayor libertad”, remata.

Sólo eres libre cuando eres responsable de tus decisiones

Giorgio NardonePsicólogo

Ante la toma de una decisión, hay cinco miedos, según Nardone, que pueden entrar a escena: el miedo a equivocarnos, a no estar a la altura, a exponerse al juicio de los demás, a perder el control y a la impopularidad. El primero es el más recurrente, quizás el más universal, y es que “queremos evitar el error”, esgrime este psicólogo. Mientras que tras el segundo puede esconderse una baja autoestima, o lo que vendría a ser lo mismo: la idea de no ser capaz “de tomar la mejor decisión”, como relata en el libro este especialista, creador de la Terapia Breve Estratégica y uno de los mayores exponentes de la llamada Escuela de Palo Alto.

$imageCaption
(Fairfax Media – GYI)

El miedo a exponerse al juicio de los demás, como el de equivocarse, quizás sea uno de los más extendidos, aunque seguramente constituya uno de los más paradójicos. Y lo es por el simple hecho de que lo que piensen los demás de una persona trasciende al control de ésta. Es una utopía querer controlar los juicios de los otros, como lo es querer tener la certeza de que seremos capaces de controlar la nueva situación que se derive de la toma de una decisión. Ya lo decía Buda: “La búsqueda de certidumbre conduce a la incertidumbre”. “No hay que caer en la trampa del exceso de rigor”, escribe Nardone en su última obra, y es que “conduce a la asfixia de la capacidad”. “Tenemos que acostumbrarnos a vivir con la probabilidad y no con la certeza, porque de ahí sólo partimos hacia la inseguridad y al bloqueo”, agrega.

Con respecto al miedo a la impopularidad, Nardone resume su punto de vista a través de una sentencia muy explícita: “Saberse amado es una necesidad primordial, pero la necesidad de sentirse amado por todos es su expresión disfuncional”. Al final todo se reduce a lo que hace ya más de 1.500 años sentenciaba el filósofo estoico Epicteto: “No son los hechos en sí los que perturban a los hombres, sino los juicios que los hombres formulan sobre los hechos”. Una idea, ésta, que Nardone remata en su libro citando a Ludwig Wittgenstein, quien aseguraba que “la realidad es el fruto del lenguaje que utilizamos para describirla”.

Preguntas incorrectas

Hay que tener en cuenta también que, a veces, la respuesta a un dilema se convierte en una quimera porque la pregunta está mal planteada y, en consecuencia, no tiene solución, tal como defendía Immanuel Kant. “O concretamos las preguntas o lo único que hacemos es crear contextos indecidibles”, señala Nardone. Para este psicólogo también es necesario acabar con la idea falaz de la existencia de decisiones irrevocables, porque es un planteamiento incierto. Muchas veces se puede deshacer lo hecho.

La realidad es el fruto del lenguaje que utilizamos para describirla

Ludwig WittgensteinFilósofo

De lo que relata Nardone en ‘El miedo a decidir’ se extrae la idea de que lo más importante a la hora de elegir es la gestión del miedo. “Sólo quien ha tenido miedo puede ser valiente; lo demás es únicamente inconsciencia”, arguye el psicólogo italiano en su libro. Y es que para él es evidente que todos tenemos miedo, pero la diferencia entre el valiente y el miedoso es que “el primero lo acepta y lo gestiona, mientras que el segundo no lo acepta y lo sufre”. En consecuencia, es evidente que el camino a seguir no es evitar el miedo, ya que “cuanto más se evita”, esgrime, “más se alimenta”.

Este psicólogo asegura que la única vía para superar el miedo es evocándolo. Vendría a ser como lo que defendía en su día William Shakespeare, quien postuló que “el loco es aquel que intenta expulsar su propia sombra y se pierde en ella”. Nardone habla de practicar la “tortura voluntaria”, que consiste en dedicar cinco minutos al día a evocar pensamientos e imágenes no deseadas para que la mente acabe rechazándolas con el tiempo. “Es la estrategia de echar más leña al fuego”, apunta.

Así pues, todo se reduce a tener la capacidad de enfrentarnos a nuestros miedos a la hora de decidir, algo relativamente fácil de teorizar pero difícil de llevar a la práctica. Pero lo cortés no quita lo valiente, y como reza un conocido koan japonés: “Aplazar las decisiones nos hace perder la capacidad de decidir”.

La mala costumbre

Uno de los mayores y mejores aprendizajes se dan en las cosas más sencillas, en las vivencias humanas sin tantas teorías. Recomiendo este artículo tomado del blog El Rincón de Floricienta

Leer más

Esta es la carta que hizo renunciar al presidente de Bancolombia

Me parece maravilloso que todavía haya personas que tengan tan claras las prioridades en su vida. Esta carta es un ejemplo de ello y la respuesta de su padre, es un ejemplo de lo mismo.

 

http://www.eltiempo.com/economia/empresas/carta-que-hizo-renunciar-al-presidente-de-bancolombia/16536273

 

 

Sanz de Santamaría: “Es urgente ayudar a las personas a que cambien la percepción de las cosas, a que sientan de manera distinta”

Bogotana y egresada de la prestigiosa Universidad de los Andes, Ximena Sanz de Santamaría es una de las voces más autorizadas de la Terapia Breve Estratégica, un modelo de intervención psicológica que nació en los años ´70 como una gradual evolución del modelo Familiar Sistémico. Estudió en Italia, donde aprendió una forma diferente de intervención psicológica, basada en la perspectiva del que cambia para conocer y no, como hace el modelo tradicional universitario, desde el se conoce y después se cambia: “Se conoce un problema a través de su solución, que es muy distinto a primero aprender todo en teoría y después aplicarlo, y si los hechos no concuerdan con la teoría, de malas para los hechos”, afirma esta psicóloga-psicoterapeuta estratégica. Discípula de Giorgio Nardone, sostiene que cada persona es un Sistema Perceptivo Reactivo (Nardone, 1993), es decir, que todos tenemos modalidades redundantes de percepción y reacción en nuestra relación con la realidad, entendida como la relación de cada persona consigo misma, con los demás y con el mundo. Parte del supuesto que los seres humanos somos sistemas en constante interrelación tanto con nosotros mismos, como con otros sistemas.

PREGUNTA.- La psicología, ¿sirve para algo?

RESPUESTA.- Desde el enfoque de la Terapia Breve Estratégica, la psicología sirve para ayudar a las personas a encontrar y redescubrir los recursos que tienen para solucionar sus problemas pero que han refundido como consecuencia del problema que presenta la persona.

P.- La gente acude a los psicólogos pero a la vez una gran mayoría no confía en ellos. ¿Cómo explica esta contradicción?

R.- Los seres humanos vivimos en constantes contradicciones, y esta no es la excepción. Las personas buscan ayuda psicológica y lo primero que se necesita para que un consultante se sienta a gusto, confiado y seguro con un terapeuta, es que entre consultante y terapeuta se establezca empatía. Y eso está, en gran parte, en manos del terapeuta, quien con su estilo, con la manera como le hable al consultante, con el diálogo que establezca, puede construirla desde la primera sesión o no. Si esto no se establece, es probable que el consultante decida, desde la primera cita, no volver porque no se sienta confiado. El segundo escenario que puede llevar a que una persona no confíe en un psicólogo es que éste comparta información de la consulta con otros miembros de la familia. Ocurre sobre todo en el caso de adolescentes y sus padres o incluso de jóvenes, que al darse cuenta que sus padres saben información sobre ellos que no querían que se compartiera, pierden la confianza en el terapeuta y no vuelven. Finalmente ocurre con mucha frecuencia que las personas llegan donde el psicólogo para que éste les solucione todos sus problemas sin que ellos como consultantes tengan que hacer nada diferente. Y el cambio no ocurre por arte de magia porque la magia es el resultado del trabajo. Y eso sólo lo puede hacer el consultante.

P.- Es decir, buscan un cambio pero sin cambiar…

R.- Exacto. Y eso no es posible. Como consecuencia, cuando se dan cuenta que gran parte del cambio depende de su trabajo, prefieren renunciar a hacerlo que enfrentarlo y hacer el cambio. Y esto va muy de la mano con la ‘cultura del ya’, de lo inmediato en la que nos movemos hoy en día. Y los procesos, por cortos que sean, son procesos y toman tiempo.

P.- ¿Por qué la gente no es feliz?

R.- Porque las personas buscan la felicidad como algo externo que no depende de las ellas sino del mundo exterior (trabajo, amigos, pareja, dinero, etc.). Además, existe la creencia de que la felicidad es un estado al que se va a llegar como quien llega a una meta y no tiene que volverse a mover de ahí. Un estado en el que nunca se va a volver a sentir tristeza, rabia, dolor, angustia, preocupación, etc. Y la felicidad no es no volver a sentirse mal, sino saber cómo manejar las situaciones y sensaciones difíciles para conquistar la tranquilidad y el bienestar.

P.- Así es, así la gente se imagina la felicidad…

R.- Pero es una felicidad imposible, no existe. La única constante en la vida es el cambio, como bien lo dijo Buda. Y en los cambios está que oscilemos entre momentos de tranquilidad y alegría y momentos de tristeza y angustia porque además son justamente estos últimos los que nos ayudan a conquistar la libertad de no depender de cosas externas para sentirnos bien y estar felices. Si la felicidad se viviera como la alegría y la tranquilidad que se sienten tantas veces y durante tantos momentos de la vida, las personas serían felices todos los días y muchas veces porque estarían dejando de buscarla como algo externo y la disfrutarían en cada instante que nos sentimos alegres, contentos, tranquilos, etc.

P.- ¿Cuál es el secreto de la felicidad?

R.- Vivir el presente, tomar conciencia de los momentos que vivimos. Dejar de PRE-ocuparse por el futuro y de lamentarse por el pasado. La felicidad se vive en muchísimos momentos, se vive todos los días, pero las personas no se dan cuenta por estarla buscando, por pensar que la felicidad va a llegar algún día. Y la felicidad se vive en las cosas más sencillas y cotidianas de la vida, como puede ser estar en buena compañía, disfrutar de un momento de soledad, estar tranquilo un domingo en la casa, gozarse un programa de televisión, recibir una buena noticia, leerse un buen libro, disfrutar de una buena comida, entre muchas otras cosas. La felicidad está al alcance de todos y no necesita de nada externo, simplemente de la conciencia y la actitud.

P.- La felicidad es incompatible con sentirse culpable. ¿Qué tengo hacer cuando la culpa invade a las peronas?

R.- Empezar por cambiar la palabra culpable por la palabra responsable. Este es un primer paso, quizá el más importante. El lenguaje construye la realidad que vivimos. Por eso recomiendo mucho decir que somos responsables de lo que nos ha pasado, en vez de decir que somos culpables, así abrimos la posibilidad de resarcir lo que no nos ha gustado para poderlo cambiar. La culpa condena mientras que la responsabilidad abre posibilidades de hacer las cosas diferentes, de cambiar. Por ende empezar a cambiar el uso del lenguaje es un primer paso. Si la culpa persiste, dependiendo del caso, es posible que sea útil buscar una ayuda para trabajarla y poderla dejar atrás.

P.- La gente quiere ser feliz pero no quiere cambiar. ¿Cómo explica la resistencia al cambio?

R.- Es una natural resistencia que tenemos todos los seres humanos, una de las mayores paradojas en la que vivimos: tenemos que cambiar para poder adaptarnos y sobrevivir, pero al mismo tiempo tenemos una natural resistencia al cambio porque lo nuevo y lo desconocido genera miedo, y porque admitir el cambio es admitir que quizá nos hemos equivocado. No en vano dicen que es mejor bueno por conocido que malo por conocer. Por eso el cambio tiene que pasar desapercibido, las personas tienen que sentirlo antes de darse cuenta cognitivamente de que están cambiando. Es así como se vence esa natural resistencia al cambio.

P.- ¿Cuál es la patología de la cabeza más común hoy en Colombia?

R.- Por lo que he visto en mi trabajo, hoy en día se presenta mucho lo que podríamos llamar una paranoia: la creencia de que los demás, o algunas personas o una específica, tienen algo en contra nuestra. En un mundo tan perfeccionista como el actual, en el que todos tenemos que ser los mejores en todo, es difícil reconocernos y aceptarnos ante nosotros mismos y ante los demás, que somos vulnerables, que tenemos debilidades, inseguridades, miedos, angustias, etc. Como consecuencia, todos estamos constantemente intentando ocultar esas debilidades, tratando de mostrarnos como las personas perfectas que no somos, y eso conlleva a que estemos más atentos a lo que los demás piensan de nosotros y a que no se den cuenta que no somos perfectos.

P.- ¿Me puede contar un caso de éxito en su quehacer profesional?

R.- Recuerdo el caso de un adulto joven que llegó al consultorio con lo que él mismo definía como un cuadro de ansiedad severo. Desde hacía muchos años presentaba momentos de ansiedad muy fuertes los cuales buscaba atenuar a través de la comida y del alcohol. Como consecuencia, había ganado mucho peso, no había vuelto a hacer deporte y después de las borracheras que se metía, se sentía culpable por haber tomado en exceso y porque la mayoría de las veces, no recordaba lo que había hecho. Y así llevaba muchos años, tratando de manejar la ansiedad sin haberlo logrado. Lo que se fue poniendo en evidencia a lo largo del proceso fue que su ansiedad provenía de sus constantes pensamientos respecto al pasado, a lo que había o no había hecho antes, y cómo eso era una condena para su presente y sobre todo, para su futuro. Como consecuencia de eso, se había empezado a alejar de sus amigos porque temía que lo juzgaran por su pasado, pero se sentía culpable de quedarles mal, de no verlos, siendo ese otro pensamiento que era fuente de angustia y ansiedad. Y así sucesivamente se fue convirtiendo en una persona aislada, que se refugiaba en la comida ganando peso en términos físicos, pero además, alimentando sus paranoias respecto a cómo por su pasado, estaba condenado en su futuro…

P.- …¿Quién no siente ansiedad viviendo así?

R.- El trabajo que él tuvo que hacer fue un trabajo exigente porque fue básicamente aprender a cabalgar el tigre con el que vivimos todos los seres humanos: la mente. Empezó por trabajar su pasado para poderlo archivar y aceptar lo que había hecho, sin condenarse ni sentirse culpable por ello. De esa forma, pudo empezar a concebir su presente sin estar atado a su pasado con lo cual pudo retomar las relaciones con sus amigos sin el miedo a ser juzgado porque él ya estaba tranquilo consigo mismo. Eso le permitió salir de nuevo y hacerlo sin necesidad del alcohol para tratar de acallar la mente o para tratar de ahogar sus penas, porque como bien me dijo una amiga una vez, las penas nadan. Laboralmente también cambiaron sus relaciones y su desempeño, porque ya no se pasaba el día preguntándose y castigándose por lo que había hecho, sino que pudo empezar a vivir su presente, a hacer su trabajo y a ver, con base en lo que hacía en la práctica, si eso era lo que realmente le gustaba o no.  Fue así como después de diez sesiones, él logró aprender a cabalgar su mente para no ser víctima de ella, sino para aprender a manejarla.

P.- ¿Utilizó alguna metodología innovadora para ayudar a esa persona?

R.- Si

P.- ¿Cuál?

R.- La Terapia Breve Estratégica

P.- ¿En qué consiste?

R.- Giorgio Nardone, uno de mis maestros, la explica así:

P.- Ya Alex Huxley dijo que la realidad no es lo que nos ocurre, sino lo que hacemos con lo que nos ocurre…

R.- …Así es. De hecho, para la Terapia Breve Estratégica, la objetividad no existe, cosa que ya planteaba Heinsenberg con el principio de indeterminación, según el cual cuando el experimentador lleva a cabo su experimento, lo influencia tanto a través de sus instrumentos, como de sus teorías. Lo mismo ocurre con las experiencias cotidianas de la vida: todos los seres humanos viven experiencias agradables y experiencias duras. Sin embargo, la manera como cada persona enfrenta y asume la experiencia vivida es lo que conlleva a que de una experiencia dura y difícil se pueda devengar un enorme aprendizaje para además construir una mayor fortaleza interior, o que esa misma experiencia se convierta en un infierno del que la persona no pueda salir.

P.- ¿Lo mismo ocurre con las experiencias positivas y agradables?

R.- Sí.  Hay personas que las viven como cosas maravillosas, que las disfrutan al máximo, que les sacan el mayor provecho. Mientras que otras se limitan a vivirlas como una experiencia más de la vida por lo cual deja de ser un motivo de alegría y agradecimiento y se vuelve simplemente una experiencia insignificante. Por eso hay gente que disfruta cada detalle de la vida, mientras que hay otra a la que la vida le pasa por junto sin mayores emociones. Las vivencias, las experiencias, pueden ser las mismas, pero la manera como cada persona las vive, hace que se vivan de diferentes maneras. Este es uno de los preceptos sobre los cuales se estructura la intervención desde la Terapia Breve Estratégica. Por consiguiente, cuando una persona llega con un problema o con una patología, más que buscar las causas y preguntarse ‘por qué’ se da el problema, la pregunta es ‘cómo’ se ha construido el problema. La pregunta por qué corresponde a una explicación causal, es decir, dada una cierta causa que ocurrió en el pasado, sin importar lo remoto que sea, se da una consecuencia (Muriana, Pettenó y Verbitz, 2007).

P.- Es necesario entonces encontrar la causa para explicar la consecuencia…

R.- Sin duda. La pregunta del ‘cómo’ prescinde de una hipótesis causal y se detiene a considerar cómo se formó y cómo se mantiene el problema ‘aquí y ahora’. En otras palabras, todo lo que el paciente y/o el sistema en torno a él hacen –o dejan de hacer- para intentar resolverlo, porque paradójicamente son esos intentos fallidos los que conllevan a que el problema exista, se mantenga y empeore. El comportamiento disfuncional es la reacción que la persona cree mejor para una situación determinada; así, el problema existe precisamente en virtud de lo que se ha hecho para intentar resolverlo (Nardone & Salvini, 2004). Es así como un terapeuta estratégico lo que hace, desde la primera sesión, es indagar por esas soluciones intentadas fallidas para sustituirlas por soluciones funcionales (Nardone & Salvini, 2004) y así, generar el cambio.

P.- Dicho de esta manera, pareciera un proceso muy sencillo y fácil de hacer. Pero en la práctica, lo primero que se pone en evidencia cuando se va a hacer un cambio, así sea un cambio que la persona quiere hacer, es su natural resistencia al cambio. Como consecuencia, lo primero que se debe trabajar es en saber cómo manejar esa resistencia al cambio para que empiece a usarse a favor del mismo, y no en contra.

R.- Exacto. Para eso, Giorgio Nardone creó una herramienta de intervención cuyo fin es aprender a manejar esa natural resistencia al cambio: el diálogo estratégico.

P.- ¿En qué consiste?

R.- Es una estrategia de intervención que consiste en hacer preguntas que generen respuestas, teniendo en cuenta que Kant decía que los problemas derivan de las preguntas que nos hacemos, no de las respuestas que nos damos (Nardone & Salvini, 2004). El arte de hacer preguntas que generen respuestas se conoce desde Protágoras, que fue el primero que sistematizó dicha técnica y la denominó “arte erística”. Significaba un proceso de preguntas que guiaban al interlocutor a responder cayendo en contradicción con sus propias afirmaciones precedentes, llevándolo así a cambiarlas por su propio descubrimiento (Nardone & Salvini, 2004).

P.- ¿Qué función tienen las preguntas en una terapia?

R.- En vez de limitarse a guiar al terapeuta a la compresión del problema que se quiere resolver, las preguntas se han convertido en el vehículo para inducir al paciente a sentir las cosas de otra manera. Como consecuencia, se lleva a que éste último a que reaccione de otra manera redescubriendo así sus recursos, que estaban bloqueados como consecuencia de las percepciones precedentes, rígidas y patógenas. Además, las preguntas se han modificado: ya no son abiertas, del tipo: “Cuando usted tiene un ataque de pánico, ¿qué siente?” sino que se han reemplazado por preguntas cerradas con ilusión de alternativas, tipo: “Cuando usted tiene un ataque de pánico, ¿siente miedo a morir o miedo a perder el control?” De esta manera, la persona se ve obligada –sin sentirse obligada- a responder con una de las dos respuestas planificadas (Nardone & Salvini, 2004). Cada sesión es como una partida de ajedrez entre el terapeuta y el paciente un continuo de movimientos que tienden a producir efectos específicos. Después de cada cambio o resultado obtenido, se procede a una redefinición del cambio mismo y de la situación en evolución. Por eso es un diálogo, porque a través de las preguntas ‘embudo’, el terapeuta va llevando al consultante a descubrir de qué manera él mismo es el artífice de su destino, evidenciando cómo él mismo está alimentando su problema con soluciones intentadas disfuncionales basadas sobre percepciones erróneas.

P.- Los seres humanos tienen la ilusión de pensar que si se entiende una cosa, se puede cambiar, ilusión que es diariamente desvirtuada porque saber, no es lo mismo que hacer…

R.- Desde la óptica estratégica, la terapia debe hacer sentir en manera diferente al consultante en vez de hacerlo entender. Es lo más importante y a veces también lo más urgente. Cambiar su percepción, no su cognición, porque si yo cambio la percepción, cambio la reacción comportamental y como efecto final, cambio la comprensión. Solamente cuando sentimos distinto, podemos creer que las cosas pueden cambiar. Pero lo primero que tenemos que cambiar es la sensación, porque si alertamos –cognitivamente- a un sistema sobre el cambio, el sistema se resiste. Y es así como se aumenta la resistencia al cambio. En otras palabras, la intervención estratégica trabaja cada sesión utilizando un lenguaje persuasivo (como aforismos y metáforas), además de prescripciones o tareas específicas de comportamiento entre una sesión y otra. Todo esto con el fin de cambiar las soluciones intentadas disfuncionales por soluciones intentadas funcionales, para así generar un cambio sabiendo manejar la natural resistencia al mismo.

@pabloalamo

Publicado en

Lo más duro de tener el diagnóstico de esquizofrenia es la falta de comprensión de la gente

Testimonio de una persona diagnosticada con Esquizofrenia que ha superado las crisis, trabaja, tiene una relación de pareja y tiene una vida como cualquier persona «normal». Vale la pena verlo para entender que las personas con un diagnóstico como este también son seres humanos, sufren, sienten y además, pueden y quieren ser felices!! Vale la pena que entre todos trabajemos por la integración social y laboral de personas con Trastornos Mentales Severos.
 
«Lo más duro de tener el diagnóstico de esquizofrenia es la falta de comprensión de la gente».