“Una obsesión vivida hasta la saciedad,
se anula en sus propios excesos”

E.M. Cioran

  • El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) representa la evolución de una condición sana, que a través de un razonamiento exasperado, conlleva a la estructuración de una de las patologías más resistentes al cambio (Nardone & Portelli, 2013).
  • A diferencia de un obsesivo, la persona obsesivo-compulsiva actúa, es decir, hace algo buscando desaparecer su obsesión. De lo que no se da cuenta es que esa acción, con el tiempo, se acaba convirtiendo en un ritual, en una compulsión irrefrenable.
  • Las tres soluciones intentadas disfuncionales que alimentan este tipo de trastorno son:
    • Evitar: como en el caso de una fobia, inicialmente evitar genera la sensación de estar a salvo, de tranquilidad. Pero con el tiempo, evitar confirma el peligro de la situación que se está evitando.
    • Pedir reafirmación constante a otras personas: como la solución intentada anterior, al inicio funciona porque la persona se siente más tranquila. Pero con el paso del tiempo, lo que genera es la confirmación de la incapacidad de la persona. En este caso es importante aclarar que no todos los pacientes obsesivo compulsivos piden ayuda porque muchos prefieren hacer las cosas por sí mismos para estar seguros –y ‘tranquilos’- de que los rituales efectivamente se llevaron a cabo correctamente.
    • Rituales: esta es la principal característica de las personas con este trastorno. Son los comportamientos, las acciones que ponen en práctica buscando sentirse tranquilos; pero contrario a sentirse tranquilos, los rituales son los que acaban manteniendo el miedo porque se construye la creencia que si no se llevan a cabo, ocurrirá algo malo.
  • La intervención estratégica en estos casos consiste en romper el equilibrio disfuncional que es el que mantiene y alimenta el problema (Nardone & Portelli, 2013).