Felicidad Interna Neta

Progreso es progreso económico pero, sobre todo, progreso en el bienestar de las personas y del medio ambiente

Por:   abril 19, 2016 | Tomado de www.las2orillas.co/

Una oportunidad maravillosa para hacer una pausa y reflexionar sobre las cosas importantes en la vida, como el desarrollo del mundo interior, tuvimos el mes pasado con ocasión del Tercer Congreso Latinoamericano de Budismo Zen, liderado por la Comunidad Soto Zen de Colombia y por el Venerable Densho Quintero. En este escenario el español Sensei Ryusho expuso el concepto de Felicidad Interna Neta en las empresas, que deriva de Bután y de la manera como ese país, desde hace varios años, mide el desarrollo.

El indicador Felicidad Interna Bruta de Bután se sostiene sobre nueve pilares que orientan las políticas públicas y que se usan para medir el progreso: bienestar psicológico, uso del tiempo, bienestar físico y salud, preservación de la cultura, educación, diversidad y preservación del medio ambiente, relaciones interpersonales, economía y gobierno.

Esta política, impulsada por el Rey de Bután en los años 80, fue diseñada junto con un grupo de monjes budistas que asesoró su creación. Detrás de la misma yace la idea de que el modelo del PIB (Producto Interno Bruto) no es sostenible a largo plazo. Un cierto avance es necesario para, por ejemplo, construir carreteras, escuelas y hospitales. Pero estas medidas no garantizan necesariamente el bienestar de las personas ni la protección del medio ambiente. Es necesario el progreso económico, claro, pero no es lo único ni lo esencial.

Lo que mueve el mundo hoy en día son las grandes corporaciones, más que cualquier otro actor. Por esa razón, se ha creado un nuevo modelo para transferir esta idea de medir el desarrollo de otra manera e incrustarlo en las empresas. Este modelo busca cambiar el paradigma global a través de cambios en las corporaciones y posicionar un nuevo foco en los valores de las organizaciones: del crecimiento, la competencia y los resultados financieros, a la sustentabilidad, el equilibrio y la felicidad.

Para medir el éxito de una empresa, este nuevo modelo (Felicidad Interna Neta) busca medir su progreso teniendo en cuenta los resultados económicos y, también, la felicidad y el bienestar de los miembros de la organización.

Nueve criterios que se utilizan en este modelo para las empresas:

1-Fortaleza económica de la empresa

2-Fortaleza de la marca

3-Nivel de vida de los empleados

4-Bienestar psicológico de los empleados

5-Salud física de los empleados

6-Cultura de la empresa

7-Gobierno corporativo

8-Crecimiento del impacto social (este es uno de los pilares más importantes: no podemos hablar de empresas exitosas en países desiguales)

9-Uso del tiempo de los empleados.

Estos criterios/indicadores obedecen a las lecciones del budismo y a las investigaciones recientes de la Psicología Positiva (la rama de la Psicología que estudia el bienestar, la felicidad y el funcionamiento óptimo de las personas). Estas investigaciones señalan que la felicidad tiene que ver, entre otros, con cultivar las relaciones sociales, tener metas y objetivos, ayudar a otros, llevar una vida con sentido y propósito, disponer de tiempo libre y desarrollar una mentalidad resiliente, entre otros. Del budismo se desprende la lección fundamental del conocimiento y control de la mente y las emociones, y de la importancia de la bondad.

Ya existen algunas empresas en el mundo que han empezado a medir su gestión y progreso con este tipo de marcos de referencia: progreso es progreso económico pero, sobre todo, progreso en el bienestar de sus personas y del medio ambiente. Ojalá se sumen grandes multinacionales que empiecen a propiciar cambios a nivel mundial.

 

¿Qué sentido tiene un joven con excelentes resultados académicos
pero sin un sentido de vida
y sin un propósito de contribución social?

 

En el mundo de la educación están empezando a suceder cosas muy interesantes en este sentido. Los colegios y las universidades más innovadoras del mundo están empezando a dar clases de Felicidad y a pensar en nuevos fines de la educación, más alineados con la vida misma, y más allá de los resultados académicos y las pruebas estandarizadas. ¿Qué sentido tiene un joven con excelentes resultados académicos pero sin un sentido de vida y sin un propósito de contribución social?

Qué maravilla sería que los colegios y las organizaciones en Colombia empezaran a hacer cosas similares. Medir su crecimiento y éxito, no solo por sus resultados académicos y financieros, sino también por el bienestar de sus empleados y estudiantes. No todo en la vida es dinero o buenas notas.

Ya lo decía Viktor Frankl: “no hay mayor propósito que una vida con propósito”.

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